Los cadetes 'interrogan' a Vargas Llosa
El escritor justifica ante los militares de Zaragoza la violencia contra la dictadura
Fue sólo por unas horas, pero ayer, con su recién estrenado premio Cervantes bajo el brazo, el escritor hispanoperuano, Mario Vargas Llosa traspasó la barrera de la Academia General Militar (AGM), en Zaragoza, y haciendo honor al mote con que le bautizara Gabriel García Márquez, el de cadete, se reconcilió con la milicia. Los cadetes prefirieron la política a la literatura e interrogaron al escritor en un distendido coloquio. Vargas Llosa afirmó no ser "un pacifista a ultranza" y justificó la violencia "en una dictadura cerrada, donde no hay otra forma de buscar la democracia".
Casi del brazo del general Lago, director del centro, Vargas Llosa penetró en el local destinado a la charla coloquio, en un escrupuloso silencio y con el auditorio en posición de firmes. Luego confesaría que ésta había sido una de las mayores impresiones de la jornada. "No está uno acostumbrado a que el auditorio le reciba en absoluto y disciplinado silencio y puesto rígidamente en pie".El escritor fue acogido con largos aplausos pese a la fama de antimilitarista que, al menos en su país, le dieron dos de sus primeras novelas: La ciudad y los perros (de la que se llegaron a quemar un millar de ejemplares en el patio de una institución militar) y Pantaleón y las visitadoras. El tono cordial facilitó en la media hora larga que duró su intervención las sonrisas y algunos cuchicheos. Pero el escritor manifestó estar más interesado por el coloquio, en el que se percibió una clara diferencia entre las preguntas de los jefes y oficiales y las formuladas, a requerimiento específico del invitado, por los caballeros cadetes.
Los mandos se fueron por la literatura, mientras los alumnos, para sorpresa del escritor -"pensaba que iban a ir más por lo plano, pero fueron directamente a la política, a lo concreto"-, se interesaron por la contradicción que, a su juicio, existe entre la autodefinición que había realizado Vargas Llosa de luchador contra el statu quo y su candidatura a la presidencia peruana; las descalificaciones entre líderes políticos, y el porqué de su conflictiva opinión sobre el levantamiento de la guerrilla zapatista en México.
El escritor afirmó que compitió por la presidencia peruana precisamente "para cambiar el statu quo", que en Perú "he estado a punto de decir que sólo se hace descalificación entre los políticos", y que México puede vivir una etapa similar a la que pasó Argentina con la dictadura militar. "Si cuando existe una frágil democracia -con la que no estoy de acuerdo y hay que cambiarla- alguien se levanta en armas contra ella, lo que provoca es que pueda venir una dictadura", dijo.
Libertad de creación
Vargas Llosa se pronunció a favor de la libertad de creación para no caer en la censura y evitar la tentación de usar sólo lo "políticamente correcto". La densidad de sus respuestas, escuchadas también en el más absoluto de los silencios, hizo que el coloquio se quedara corto.
Tras el acto, el escritor comentó que el mote de cadete se lo había impuesto García Márquez no por su pasado escolar, sino por su disciplina a la hora de ponerse a trabajar.
Entre sorprendido y encantado, recorrió las instalaciones del centro educativo del Ejército y compartió charla, coloquio y almuerzo con los caballeros alumnos y los oficiales. Vargas Llosa volvió así 44 años atrás en su vida para recordar sus dos cursos en el Liceo Leoncio Prado, un centro de estudios militarizado al que su padre (a quien conoció sólo tras haber superado la primera década de vida, y con el que mantuvo una relación "conflictiva") le envió para "corregir" la tendencia que ya parecía apuntar hacia la literatura.
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