Discurso poético

Carlos Bousoño viene acumulando premio tras premio institucional. en los últimos tiempos. En 1990 fue el Nacional de Poesía, tres años más tarde ganó el Premio de las Letras Españolas, ahora acaba de obtener el Príncipe de Asturias, que sanciona su larga trayectoria como poeta y como crítico. En las últimas votaciones Bousoño se impuso, según las noticias de que dispongo, al excelente narrador y poeta colombiano ÁIvaro Mutis, que, sin duda, merecía también el galardón.Tanto en la creación como en la crítica, Bousoño se ha movido siempre en el ámbito del discurso poético. En la primera posguerra pudo oírse su voz lírica, neorromántica y bien timbrada, que posteriormente se abriría hacia horizontes más dilatados de canto y meditación. Dos libros representan, a mi juicio, su culminación como poeta: Oda en la ceniza y Las monedas contra la losa, suficientes de sabiduría conceptual y expresiva, pautados por acumulativas señales sombrías y orquestados en una retórica caudalosa, amplia de registros y proyectada siempre hacia la consideración totalizadora de lo real, en perspectiva inevitablemente deudora de Vicente Aleixandre, que fue su maestro.

Como crítico se le deben a Bousoño el mejor estudio de conjunto de la obra aleixandrina y varios libros de densa reflexión doctrinal sobre la poesía. Entre ellos cabe destacar Teoría de la expresión poética, que se ha hecho ya clásico en la materia: sus novedades sustanciales, como su categorización de la imagen visionaria, la visión y el símbolo, se han incorporado al acerbo instrumental de los estudiosos, aunque, a mi juicio, sus más duraderos resultados se concentran en los análisis de los textos que ilustran las categorizaciones propuestas. Debe señalarse también otra obra fundamental, escrita esta vez en colaboración con Dámaso Alonso: Seis calas en la expresión literaria española, que constituye una aportación vigorosa, y no sé si adecuadamente valorada, al conocimiento estructural del discurso poético.