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El ADN servirá para recomponer los Rollos del Mar Muerto

, La tarea de descifrar los manúscritos del mar Muerto, que empezó con tanto entusiasmo después de, su descubrimiento hace 50 años en el desierto de Israel, se ha convertido en una labor tediosa e interminable. Unos 15 rollos están casi completos y descifrados, lo que quedan son infinidad de fragmentos, unos 10.000, hasta del tamaño de una uña. Los bordes de esos fragmentos están demasiado deteriorados para juntarlos como rompecabezas y en cada uno no hay más que algunos caracteres escritos, por lo que no hay forma de juntarlos por su contenido.La solución puede venir de la biología molecular, con análisis del ADN. Los textos se escribieron en pieles de animales, como cabras, y ahora, más de 2.000 años después, se puede extraer de los trocitos suficiente ADN para aplicar técnicas de pruebas genéticas y agruparlos por la piel concreta a la que pertenecieron.

El estadounidense Scott R. Woodward y sus colegas de Israel han comprobado que pueden sacar ADN de los fragmentos de piel sin dañarlos y así identificar la especie, el rebaño y el animal del que procede cada trozo. Esta información permitirá relacionar los miles de fragmentos entre sí. "Ya hemos sacado ADN de una docena de trozos de los rollos", dice Woodward.

Los Rollos del Mar Muerto fueron descubiertos en una cueva en 1947. Muchos de ellos, o tal vez todos, fueron escritos por una secta judía, los esenios, que vivieron allí entre el 200 antes de Cristo y el 100 antes de Cristo.El ADN puede conservarse en especímenes biológicos durante miles de años, dependiendo del medio ambiente en que se encuentren. No faltan voces escépticas e incluso críticas hacia esta salida biomolecular del rompecabezas de los rollos. Ward Wheeler, del Museo Americano de Historia Natural, recuerda que hay que tener cautela con los análisis de muestras antiguas, de ADN por los riesgos de contaminación de las mismas. Otros especialistas sostienen que algún daño, por mínimo que sea, se hace a las piezas al extraer el material genético.

Woodward explica que se planteó estos problemas cuando empezó a trabajar en el proyecto. Primero hizo pruebas con pedazos viejos de piel de animales para ver si los tintes y la edad afectaban a la conservación del ADN. Comprobó que era relativamente fácil extraer genes y que apenas había riesgo de error por contaminación de las muestras con ADN de los investigadores que las manipulan gracias a las diferencias entre el material genético, de personas y animales.Para hacer las identificaciones precisas en los fragmentos de piel, Woodward lía seleccionado tres tramos específicos de ADN (que se amplifican con la técnica de reacción en cadena de la polimerasa hasta tener suficiente cantidad para el análisis). Los datos de especie, rebaño e individuo ayudarán a determinar si los esenios escribieron todos o sólo parte de los rollos (por la localización relativa de los rebaños) y si son obra de una comunidad aislada o corresponden a diferentes lugares y tiempos.

De una piel se harían unas tres páginas del tamaño de un folio y en cada una se escribían tres columnas de texto, que se cosían hasta formar rollos de unos 11 metros de longitud. Seguramente, cada piel debió de ser utilizada por el mismo autor en páginas próximas de cada documento y el, ADN de los fragmentos sueltos puede ayudar a establecer las conexiones entre ellas.

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