El director del psiquiátrico de Mallorca anuncia una investigación
El director del hospital psiquiátrico de Mallorca, César Azpeleta, anuncié ayer una investigación interna para averiguar las circunstancias por las que libros oficiales y confidenciales del antiguo archivo del centro salieron a la venta en el baratillo de Palma de Mallorca. En dos sábados diferentes, cinco volúmenes manuscritos con datos personales y clínicos de enfermos fueron adquiridos por 8.000 pesetas por un coleccionista local.
El psiquiátrico debe inventariar ahora sus legajos para conocer qué documentos faltan. El consejero de Sanidad, Tomeu Cabrer, responsable institucional de la gestión del centro, afirma que se trata de un robo, aunque dice que desconoce "si se robaron los libros hace unos meses o hace varios años". El consejero descarta una posible venta de los archivos como papel viejo.
Azpeleta, distanciado del asunto, afirma asimismo que tiene orden de presentar una denuncia por robo. La información adelantada por este diario sobre la fuga de datos secretos del pequeño Gulag del manicomio, tuvo ayer un gran impacto en Mallorca. La relación de las personas ingresadas en el psiquiátrico de 1920 a 1941 no es ya un secreto profesional del hospital y sus médicos. Un examen estadístico de las reclusiones a partir del estallido de la guerra civil de 1936 indica un gran incremento de aquéllas, algunas seguramente sin justificación clínica. En los libros de ingresos consta que muchos enfermos estuvieron en el hospital sin diagnóstico y por orden militar o de la policía.
Para comer
"Los republicanos que conocí en el psiquiátrico eran toxicómanos, y el gobernador de Baleares, Antonio Espina, estuvo ingresado para salvarle la vida. Yo hice el informe médico", reconoció ayer Bartolomé Mestre, de 80 años de edad, que trabajó 36 años en el manicomio, algunos de ellos como director. Mestre afirma que durante la guerra y posguerra tuvieron más enfermos "porque la gente quería entrar para poder comer".
Mestre, autor del libro ¿La última palabra? Memoria de un soldado médico, Mallorca 19361939, no asumió que el manicomio fuera como una cárcel para presos políticos o militares. A 200 metros de la entrada del psiquiátrico, en las tapias y el hemiciclo del cementerio próximo, se ejecutaba cada día a políticos y ciudadanos no fascistas.
El antiguo director del psiquiátrico criticó la prepotencia de algunos doctores y su frío distanciamiento respecto a las personas recluidas en plena guerra, como el republicano Espina Bastantes médicos del centro iban uniformados de falangistas, con camisa azul y polainas (uno de ellos, el escritor Llorenç Villalonga). "A un antiguo republicano, que luego fue falangista lo ingresamos por morfinómano", indica Mestre. Familiares de algunos internos citados en la información de ayer expresaron su desasosiego por el hecho de que circulen los datos clínicos.
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