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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una trama convencional

La tabla de Flandes

Uncovered. Director: Jim McBride. Guionistas: Michael Hirst, Jim McBride y Jack Baran, Fotografía: Affonso Beato. Música: Philippe Sarde. Reino Unido-España, 1994. Intérpretes: Kate Beckinsale, John Wood, Sinead Cusack, Paudge Behan. Estreno en Madrid: Palacio de la Prensa, Carlos III, Vaguada, Aluche, Renoir (versión original subtitulada).

El éxito de ventas y el tono cinematográfico de las ingeniosas novelas del periodista Arturo Pérez Reverte las están convirtiendo en origen de las más variadas películas. Tras la producción española El maestro de esgrima (1992), de Pedro Olea, acaba de estrenarse la coproducción entre el Reino Unido y España La tabla de Flandes, mucho más británica que nacional, como resulta evidente al comparar la versión malamente doblada con la original. El especial atractivo de La tabla de Flandes nace en buena parte de la tan olvidada como peculiar personalidad de su director. A finales de los sesenta, el norteamericano Jim McBride rueda las excelentes El diario de David Holzman (1967) y La boda de mi chica (1969), dos grandes clásicos del cine underground. Desaparecido el movimiento, hundido este tipo de cine a raíz de la crisis del petróleo de 1973, McBride apenas puede trabajar durante los setenta, pero en los ochenta aparece convenientemente reciclado en realizador comercial, con títulos como Vivir sin aliento (1983), Querido detective (1987) y Gran bola de fuego (1989).

Toque personal

A pesar de que no acaba de encontrar su sitio dentro del cine convencional, de que sus películas nunca son grandes obras, siempre tienen un cierto toque personal, un especial atractivo. Lo mismo ocurre con La tabla de Flandes, su décima producción, donde tras una primera. parte bastante prometedora pasa a una segunda demasiado llena de los convencionalismos y tópicos característicos de las historias policíacas de intriga.

Gracias a la colaboración de la joven y buena actriz Kate Beckinsale, hace un buen dibujo, de una independiente restauradora que se enfrenta al trabajo de reconstruir un cuadro flamenco de hace 500 años, al que poco a poco le va descubriendo sus secretos. Al mismo tiempo retrata una peculiar Barcelona olímpica y gaudiniana con la ayuda de la excelente fotografía conseguida por Affonso Beato.

Sin embargo, una vez que la protagonista y el ambiente y la ciudad en que se mueve están plenamente definidos, la historia policiaca que late en el centro de La tabla de Flandes comienza a adueñarse demasiado del conjunto y, a pesar de estar bien narrada por McBride, resulta en exceso convencional. Tanto por haber demasiados asesinos rituales en literatura y cine como por realizarse cada vez más películas apoyadas en el ajedrez.

De manera que más allá del brillante personaje de la restauradora que cada vez que un hombre se cruza en su vida comienza a estornudar, McBride pasa a un segundo término, la trama novelesca de Pérez Reverte se adueña del conjunto y la película sufre una clara pérdida de calidad. No obstante, en el resultado brillan con tanta fuerza los logros que la convierten en una producción digna de verse.

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