Científicos españoles buscan las claves moleculares para luchar contra el mal de Chagas
Dormir bajo un techado de paja puede resultar peligroso en las zonas rurales del continente americano. No es raro que del techo se precipite sobre el durmiente la vinchuca, un insecto que chupa la sangre a la vez que deposita sus heces sobre la herida abierta por el aguijón. Basta que la víctima se rasque para que entre en su sangre el parásito presente en los excrementos y se convierta de este modo en uno más de los 15 millones de personas afectadas por esta plaga entre el sur de EE UU y la Patagonia.
El parásito necesita de diez a quince años de incubación para desarrollar el mal de Chagas, así denominado en homenaje a Carlos Chagas, el científico brasileño que descubrió que el causante de la afección era el microorganismo y no el insecto. La infección crónica da lugar a una degeneración del tejido nervioso y al engrandecimiento del corazón, por lo que, además de impedir la realización de esfuerzo físico, suele terminar matando al infectado mediante infarto de miocardio.
Agrava la situación que los medicamentos actuales sean poco efectivos en la fase crónica y presenten efectos secundarios muy indeseables. Por ello, encontrar nuevos medios para combatir esta enfermedad es la meta de los cuatro equipos del granadino Instituto de Parasitología y Biomedicina del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que desde hace varios años se afanan por desentrañar las claves moleculares del parásito que desencadena la enfermedad, el tripanosoma cruzi, con el apoyo económico del Fondo de Investigaciones Sanitarias.
"Es uno de los organismos más interesantes de la naturaleza, muy complejo, pariente del tripanosoma africano, causante de la enfermedad del sueño, y del tripanosomátido que produce la leishmaniasis", expresa Antonio González Aguilar, director del Instituto, que comenzó a estudiar al parásito en 1982, en la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Proteínas resistentes
"Desde 1987, este instituto ha dado un giro total, pasando de hacer una parasitología descriptiva a otra de tipo molecular", explica González Aguilar. Partiendo de este enfoque, el equipo de Francisco Gamarro y Santiago Castanys se ha dedicado al estudio de los genes del parásito que codifican proteínas resistentes a los fármacos. Otro equipo, dirigido por Dolores González Pacanowska y Miguel Ruiz Pérez, se ha concentrado en las enzimas involucradas en rutas metabólicas. A su vez, el grupo dirigido por González Aguilar ha clonado genes del parásito, y el de Manuel Carlos López ha identificado fragmentos de proteínas del mismo.Aun siendo investigación básica, estos abordajes tienen consecuencias en el plano terapéutico. El trabajo de Gamarro y Castanys servirá para comprender mejor y eventualmente desbaratar las defensas del tripanosoma cruzi contra los medicamentos actuales. El de Pacanowska y Ruiz Pérez pretende conocer en qué difieren las rutas metabólicas del parásito y de los seres humanos para facilitar el diseño de fármacos inocuos para los infectados.
López, en cambio, sigue los pasos del científico colombiano Manuel Patarroyo, aplicando el enfoque que le valió a éste obtener la primera vacuna efectiva contra la malaria. "Conocidas las proteínas del parásito es factible determinar qué péptidos pueden ser importantes para usarlos en el diagnóstico y eventualmente para el desarrollo de una vacuna", indica.
De hecho, el equipo encabezado por Manuel Carlos López ya ha localizado anticuerpos capaces de desactivar in vitro la acción del tripanosoma cruzi en un 60% de los casos. Para los próximos dos años, López prevé realizar ensayos de análisis de protectividad frente al parásito en animales de experimentación. "El problema", comenta el investigador, "es que hay pocos animales que sirvan para estudiar el mal de Chagas. Solamente se conocen unos micos amazónicos que padecen la enfermedad igual que los humanos, pero resulta muy difícil conseguir estos monos".
Chinches en el brazo
Más a punto parece el método de diagnóstico elaborado por el director del instituto. "Hasta ahora, el medio de diagnóstico consiste en poner chinches en el brazo del posible infectado para que le chupen la sangre. Posteriormente, se analizan las chinches a ver si en ellas hay rastros del parásito", dice González Aguilar. "Para sustituirlo hemos diseñado un test capaz de detectar un parásito en 10 milímetros de sangre, que estamos intentado validarlo ante la Organización Mundial de la Salud (OMS), que está interesada en adoptar un método como éste".El director del instituto granadino es optimista ante las perspectivas planteadas por las investigaciones emprendidas y destaca el "gran esfuerzo del instituto para consolidarse como un centro de excelencia del CSIC". Con un ojo puesto en las posibles aplicaciones terapéuticas de sus trabajos, los especialistas españoles en el mal de Chagas no descuidan su interés por la investigación básica. "La OMS tiene un proyecto para secuenciar el genoma de un parásito, y. hemos propuesto que sea el tripanosoma cruzi, para lo cual contamos con el aval de nuestra experiencia y el secuenciador de ADN más moderno en España".
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