El Prado se enfrenta hoy a su cuarta huelga
Sólo una reunión entre el comité y la ministra podría desconvocar el paro
"Les espero el martes a las nueve y media en el salón Velázquez". Así se despidió la víspera de Nochebuena la ministra de Cultura, Carmen Alborch, del comité de empresa del Museo del Prado tras celebrar una reunión imprevista. Al encuentro acudirán los 13 representantes de los 428 trabajadores del museo. Si se llega a un acuerdo, el cierre de cuatro horas no llegará a realizarse, aseguró ayer Antonio Solano, presidente del comité y miembro de UGT. El paro, que está convocado entre las 11.00 y las 13.00, y entre las 16.00 y las 18.00, sería el cuarto en la historia del museo.
Tras su visita matutina al ministerio, el comité de empresa se dirigirá al museo e informará a la plantilla del contenido de la negociación. Un timbrazo y las indicaciones de los 150 vigilantes de las obras facilitarán el desalojo de las personas que se encuentren hoy en el museo a la hora señalada. Posteriormente, los trabajadores saldrán a la calle del Prado a manifestarse.Los próximos días 29 y 31 se repetirán los paros parciales de cuatro horas, y el próximo día 6 de enero está prevista una huelga de 24 horas. Los servicios mínimos del Prado, que tiene una media diaria de 5.000 visitantes, afectan a unos trescientos empleados. La plantilla del museo la componen 78 funcionarios y 352 laborales.
Prácticas antisindicales
El arqueólogo José María Luzón, director de la pinacoteca, no cuenta con el apoyo de una parte de la plantilla. Luzón, que ayer no pudo ser localizado por este periódico ni en la pinacoteca (el Prado cierra los lunes) ni en su domicilio, es acusado por el comité de prácticas antisindicales. Se le reprocha también que el pasado miércoles cerrará la pinacoteca haciendo sonar los timbres de alarma e impidiera la entrada de visitantes durante parte de la mañana para reunirse con los trabajadores.En estos momentos la solución que frene el conflicto se encuentra en manos de la ministra de Cultura. La visita inesperada que Alborch realizó el pasado viernes a las dependencias del museo para hablar con los representantes de los trabajadores fue el primer paso. Alborch, según fuentes sindicales, aguantó el tipo ante la avalancha de críticas que realizaron los trabajadores. Sin embargo, Marisa Blanco, jefa de prensa del Ministerio de Cultura, aseguró ayer que en la agenda de la ministra no estaba prevista, en principio, la reunión con el comité. Sí estará Alborch en la rueda de prensa convocada para la una de la tarde, en la que se anunciará la convocatoria de un concurso internacional de ideas para la ampliación del Museo del Prado y la reorganización de las colecciones.
Las reivindicaciones de los empleados se basan en tres puntos fundamentales: la democratización de la vida interna, que se cumpla en convenio vigente y que se reanuden las negociaciones del próximo, rotas hace un mes, y que se reconsidere el despido de las dos vigilantes acusadas de manipular sin autorización un busto romano que cayó al suelo y sufrió daños irreparables.
"Defendernos", indicó Solano, "que el museo recupere los visitantes perdidos en estos últimos años, que modernice sus servicios y que pueda exponer fondos de pintura moderna. Nuestros planteamientos no son económicos, y eso que el salario neto de un conservador no pasa de las 135.000 pesetas, y el del un vigilante, de 100.000", dijo Solano, un restaurador que en 20 años de trabajo sólo ha realizado un curso de primeros auxilios.
En el suceso, aún sin aclarar, en el que resultó dañado el busto romano participaron tres vigilantes, la tercera es una empleada fija del museo a la que se le ha abierto un expediente. Las dos despedidas se encontraban en periodo de pruebas. El comité pide que sean juzgadas como si fueran empleadas fijas, puesto que ya habían pasado el periodo de prueba en anteriores contratos".
"Con este suceso", aseguró Solano, "se hizo evidente una vez más la prepotencia del director. Ni siquiera se nos avisó de nada. Su política es la de los hechos consumados". La posición del comité en este caso es la de que se depuren responsabilidades. "En el museo se dañan muchas obras, pero lo más preocupante, en este caso, es el peligro potencial que corrieron los visitantes de una sala que se montó, y, por tanto, debieron ser revisadas todas sus obras para la conmemoración del 1750 aniversario del museo, en cuya inauguración estuvieron los Reyes", aseguró Solano.
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