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Los filósofos españoles reivindican el cosmopolitismo de Ferrater Mora

Una edición actualizada de su 'Diccionario de Filosofía' se presenta hoy en Madrid

José Andrés Rojo

, El rigor y la imaginación. Entre esos polos se mueve la filosofía, y José Ferrater Mora transitó por ellos como quien pasea por su casa. Este español, que sé exilió al terminar la guerra civil, murió en 1981 a los 78 años. En 1941 se publicó, en un único volumen, la primera edición de su Diccionario de Filosofía. En 1979, en cuatro volúmenes, aparecía la sexta, que incluía un 50% de material nuevo respecto a la anterior, de 1965. Hoy, la editorial Ariel presenta una nueva. edición de esta magna obra, actualizada por la Cátedra Ferrater Mora bajo la dirección de Josép María Terricabras.

Una de las mayores aportaciones firmada por un, español, que la filosofía de nuestro país ha hecho a la historia universal de esta disciplina, regresa actualizada a las librerías. Lo hace en el marco de un clima enrarecido. De un lado, y con una buena porción de tiempo. ya conviviendo en democracia, los viejos oscurantismos se han ido eclipsando y, también en España, los filósofos trabajan hoy con libertad y autonomía. De otro, ha sido precisamente en ese clima de democracia en el que se han aprobado los nuevos planes de estudio que no hacen sino "incrementar la barbarie", en palabras de Javier Muguerza, al marginar los estudios de filosofía -y los de las humanidades en general- dentro de la formación de los últimos cursos de bachillerato.Del Diccionario de Ferrater, Fernando Savater destaca "lo bien escrito que está y la precisión que aporta en un mundo donde reina la confusión" y de su autor dice José Luis López Aranguren que fue "el más vivaz de los pensadores de su generación". José Luis Pardo, uno de nuestros filósofos más recientes, señala "la multitud de caminos de investigación" que propone, y Rafael Argullol subraya su creatividad: "muchos de los artículos son verdaderos ensayos". Para Javier Muguerza, el diccionario de Ferráter . contribuyó, cuando apareció, a "civilizar el panorama de la filosofía española en una época particularmente oscurantista". José Jiménez, director del Instituto de Estética de Madrid, destaca su universalismo, "tan diferente del tono provinciano que se cuela en obras de parecidas características hechas en Alemania o Italia y, sobre todo, en Francia". Todos los filósofos, con los que se comentó este peculiar acontecimiento cultural, coincidieron en que se trata de la mejor obra de consulta escrita en castellano.

Si las primeras ediciones se publicaron cuando reinaba aún, en este país "ese nacional-catolicismo reaccionario" (Pardo), que tanto hizo por mantener alejados a los filósofos españoles de, los debates que sacudían la escena mundial, su actualización aterriza en un momento en el que, académicamente, la transmisión de la tradición filosófica se ha, normalizado y en el que, creativamente, las aportaciones de las cabezas de aquí son equiparables a las que producen las de fuera.

"Un escenario mundial como el actual es idóneo para provocar la reflexión: hay muchas. cosas que pensar que son esenciales,, pero para hacerlo se necesita una actitud audaz", opina Argullol. Y, en este sentido, Verrater vuelve a ser una referencia. "Las contaminaciones de otras áreas creativas", observa Jiménez, "forman parte del equipaje intelectual" de ese filósofo que se entretuvo también filmando películas o escribiendo novelas, y Pardo destaca su "actitud de polígrafo, de filósofo volcado a pensar en cuestiones vitales". Ferrater, en definitiva, como prototipo de una actitud cosmopolita, amiga de la mezcla de géneros y volcada a pensar los problemas del presente.

Es Savater, sin embargo, el que escarba en la herida: "España en el terreno de la filosofía no está ni mejor ni peor que otros países occidentales: lo dramático es la situación de ésta en los planes de estudio, donde va siendo desplazada, arrinconada, marginad". Muguerza, por su parte, afirma: "Cuando los países occidentales reivindican una formación global frente a la especiafización, aquí se masacran las humanidades con la excusa de potenciar los recursos técnicos".

Hoy a las 20.00 horas, en la Residencia dé Estudiantes, Aranguren, Muguerza, Savater, Salvador Giner, Carlos Nieto, Terricábras y Priscilla Cohn, viuda de Ferrater, hablarán del Diccionario. Mientras tanto, este país sigue corriendo con la lengua fuera para conquistar Europa, empeñado a la vez en ser diferente. Esta vez, cercenando la formación humanística cuando más falta hace: cuando se aprende a leer y a mirar el mundo.

Un Quijote a la intemperie del pensamiento

"No es el sueño de la razón lo que engendra monstruos, sino la racionalidad insomniaca. Por eso hay que acribillar a la razón con agujeros y cortar todos los árboles genealógicos, seguir la ley de no obedecer a la ley. La filosofía se salva, en el caso de que sea necesario salvarla, en la perversión". Las palabras son de José Ferrater Mora, tomadas al azar de una de las 3.830 páginas de la nueva edición actualizada de su Diccionario de filosofía, y forman parte del artículo que dedica a Gilles Deleuze. Sirven, sin embargo, para alumbrar el desmesurado empeño en el que se embarcó el filósofo español. Porque esa tarea de producir un diccionario tiene mucho de perverso, de la mayor de las perversidades acaso: la de atreverse a violar todos los límites que estrechan a cada individuo en un único territorio para asumir todas las ramificaciones de una disciplina. Ferrater violó esa ley silenciosa que hace de cada diccionario una tarea colectiva y anónima, e hizo algo inconcebible: una obra personal marcada en cada línea con sus huellas dactilares. En ese sentido, Ferrater es una suerte de Quijote que se lanzó a atravesar el inmenso desierto de la filosofia armado tan sólo con la pasión del conocimiento y una, por así decirlo, infinita capacidad de trabajo.Pero las leyes no escritas de los diccionarios también advierten que si éstos no se actualizan están condenados irremediablemente a morir. Con esta nueva edición, el Ferrater-Quijote obra otro prodigio: el de seguir vivo más allá de su muerte física. Porque Ferrater temía que la continuidad de su magno proyecto, cuyo mayor logro era el de la unidad de su pensamiento, quedara por eso mismo truncado, tal como advierte su mujer, Priscilla Cohn, en la presentación de esta nueva edición. En la que también señala que, al encontrar a una persona idónea que asumiera el desafío de continuar el trabajo de su marido -Josep Maria Terricabras, director de la cátedra Ferrater Mora de Pensamiento Contemporáneo de la Universitat de Girona-, que había mostrado en su trabajo un íntimo conocimiento del legado de su esposo, el Diccionario conservará el talante que siempre lo, inspiró. Terricabras ha procedido actualizando fechas, datos biográficos y bibliografías e incorporando nuevos textos al filo de la evolución de obras y conceptos. Respetuoso con el legado de Ferrater, un doble punto señala las aportaciones del trabajo de Terricabras.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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