La UE se abre al Este y tiende la mano al Sur
ENVIADOS ESPECIALESEuropa se abre al Este y, simultáneamente, al Sur. La ampliación hacia los antiguos países comunistas no se hará en detrimento de los lazos de la Unión Europea (UE) con sus socios de la ribera sur del Mediterráneo. La cumbre europea aprobó ayer en Essen (Alemania) una estrategia de acercamiento equilibrada con ambas zonas geográficas, según explicó el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel. Los países nórdicos apoyaron rotundamente a los miembros latinos de la Unión. Sólo el Reino Unido y Holanda expresaron reservas. España, que apoyaba la apertura europea hacia el Sur, puede estar satisfecha.
Fueron pocos minutos, pero intensos. La estrategia de la ampliación al Este-diálogo político estructurado y ayudas multimillonarias en la etapa de preadhesión, quizá hasta final de siglo- fue aprobada apenas sin discusión. No se entró en detalles. Pero sí se dejó claro que la ampliación a los pecos, los países de la Europa Central y del Este (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Rumania y Bulgaria), no cierra el paso a las de Eslovenia y los pequeños países bálticos.Kinkel sentenció que en ningún caso se iniciarán las negociaciones formales de adhesión con los aspirantes ex comunistas antes de que se haya concluido la conferencia intergubernamental de 1996, encargada de reformar las instituciones de la UE. Se despejaba así una incógnita preocupante: si la quinta ampliación iba a producirse en perjuicio de la profundización. El representante de la presidencia alemana también aclaró que ésta no será una negociación con un bloque de Estados. Su ritmo con cada uno de los candidatos dependerá de la capacidad individual de cada uno de los seis para adaptarse a las normas de competencia, el juego de libre comercio y la integración jurídico-política características de la Unión.
Otros aspectos quedaron en el aire. Aunque los Doce aprobaron dejar para junio -en la cumbre de Cannes (Francia)- la presentación de un Libro Blanco sobre cuál sería el impacto económico de esta ampliación, ayer se oyeron nuevas propuestas sobre el asunto. El presidente del Parlamento Europeo, Klaus Hänsch, rehuyó la tradicional declaración institucional en tono de lamento sobre la limitación de sus competencias para proponer la reforma de la política agrícola común y de los fondos estructurales con anterioridad y en función de la ampliación al Este.
Reforma de 1996
Esta doble propuesta resulta polémica, a ojos de la diplomacia española, por cuanto puede complicar la propia reforma de 1996, enzarzando a los Quince en un debate no sólo sobre sus mecanismos de decisión internos, sino también sobre cuestiones financieras muy sensibles de la Unión.
En el fondo del debate recién iniciado late el temor a la factura de la ampliación. Distintos estudios indican que la integración de los pecos en la política agrícola común duplicaría ahora mismo su coste, que alcanza la mitad del presupuesto comunitario. Y que también sería muy costoso el incremento de los fondos estructurales (regional, social y de cohesión).
Estos estudios -en su mayor, parte realizados por países del Norte, Alemania y Reino Unido, partidarios acérrimos de la quinta ampliación- son estáticos, pues no tienen en cuenta los efectos económicos benéficos del proceso de apertura que entraña la preadhesión sobre el crecimiento económico de los pecos. Pero evidencian que la apertura al Este comportará una alta factura financiera, "aunque políticamente valga la pena pagarla", según fuentes de la diplomacia española.
La preparación de la ampliación al Este se hará en paralelo con la apertura hacia la ribera sur del Mediterráneo. Como estaba previsto, no se dio aún el visto bueno a las cifras propuestas por la Comisión Europea -1,1 billones de pesetas para los seis países del Este aspirantes al ingreso de aquí a 1999 y 880.000 millones para los mediterráneos-, pero se ratificó el paralelismo entre ambos procesos. En todo caso, las ayudas serán muy superiores a las que ahora se otorgaban, certificó con satisfacción el ministro español de Exteriores, Javier Solana.
Los países europeos mediterráneos pueden estar satisfechos de este equilibrio, que esfuma el peligro de una aproximación más rápida del Este que del Norte de África. Aunque sólo el francés Alain Juppé reclamara la inmediata concreción de las cifras propuestas en el documento Marín de la Comisión.
Pegas financieras
Sólo Holanda y el Reino Unido pusieron algunas pegas a tanta generosidad con los socios árabes de la UE. El primer ministro holandés, Wim Kok, puso en duda la capacidad financiera para atender ese compromiso. Y el británico Douglas Hurd insistió en el principio de que el desarrollo económico depende más del del comercio -el trade- que de las ayudas -aid-, teorema que se aplica en la UE a conveniencia.
En el otro platillo de la balanza empezó a pesar el bloque nórdico. En apoyo de las intervenciones mediterranistas de Felipe González, Juppé (Mitterrand guardó silencio), Andreas Papandreu y Aníbal Cavaco Silva, intervinieron con énfasis el presidente finlandés, Marrti Ahtisaari, y el primer ministro sueco, Ingvar Carlsson. Fue una demostración palpable de que la distancia no es el olvido. Y de que las antiguas reticencias sureñas a la ampliación nórdica contenían más recelo que realidad.
Optimismo sobre la pesca y España
X. V.-F. / I. C El ministro de Asuntos Exteriores austriaco, Alois Mock, manifestó ayer que "comprendía" las razones por las que España ha decidido retrasar la ratificación de la ampliación nórdica (Austria, Finlandia, Suecia) hasta que se instrumente la integración de los dos países ibéricos en la Política Común de Pesca (PCP). Mock añadió que de los intensos contactos que ha. mantenido con las delegaciones de los Doce ha sacado una conclusión optimista: existe "un 90% de posibilidades" de resolver el asunto en tiempo y modo, antes de final de año, quizá en un Consejo extraordinario el próximo día 23. Este optimismo coincide con el expresado el día anterior por Felipe González al canciller austriaco, Franz Vranitzky.
¿Hay un punto de acuerdo posible? España lo tiene claro: inflexibilidad sobre la cuestión de fondo -no resultar discriminada en la política de pesca, controles y accesos a caladeros-, máxima tolerancia en su aplicación. "Hay tres mecanismos posibles: o que España acceda al sistema de todos, o todos al de España [que es más riguroso] o un sistema común a medio camino de ambos", dijo el secretario de Estado español Carlos Westendorp. O sea, "o todos café, o todos leche, pero todos lo mismo".
Otro de los litigios intracomunitarios -éste de carácter permanente, y en el que se evidencia menor flexibilidad negociadora- es el que afecta a Grecia. La troika comunitaria, reunida ayer en un aparte, no logró desbloquear el veto griego al cuarto protocolo de ayudas de la UE a Turquía, lo que impide avanzar en las relaciones con este país asociado y dificulta la política mediterránea europea.
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