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Tribuna:DEBATE SOBRE LA LUCHA CONTRA LAS TOXICOMANÍAS
Tribuna
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Médicos y juristas de distinto signo se muestran abiertos a discutir la legalización del hachís

Seis millones de españoles admiten haber fumado porros a lo largo de su vida

ELENA CASTELLÓ Buena prueba de que el debate sobre la legalización de las drogas blandas se está abriendo paso, y no sólo en España, es el hecho de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abordado, por primera vez, la revisión de toda la bibliografía científica existente sobre el consumo y los efectos de esta sustancia, clasificada, con los otros derivados del cannabis (la marihuana), como de "baja peligrosidad" y hasta ahora mal conocida. El estudio estará listo dentro de seis meses.

" Lo que sabemos es que sus efectos son mucho menos fuertes y dañinos, desde luego, que los del alcohol, puesto que no se conoce que hayan provocado muertes", afirma Mario Argandoña, jefe de la unidad de tratamiento del Programa sobre Sustancias de Abuso de la OMS. En España, unos seis millones de personas lo han probado alguna vez, según los últimos datos del Plan Nacional de Drogas. Pero el manual de farmacología humana actualmente más prestigioso de España habla de entre 1 y 1,5 millones de consumidores con algún grado de regularidad.

Estas diferencias podrían indicar la existencia de una cierta doble moral, tal y cómo señalan algunos expertos: una cosa es aceptar ciertos comportamientos individuales, y otra muy distinta asumir abiertamente las consecuencias sociales de esa actitud privada. En cualquier caso, la opinión pública es mayoritariamente prohibicionista: el 57% piensa que hay que castigar esta práctica, incluso en privado.

Para Argandoña, hay que hablar, sobre todo, de "conductas sociales" y de "hábitos culturales" para explicar la aceptación o no del consumo de una sustancia. "La cuestión está en cómo se usa en una sociedad y de quién tiene más poder para prohibirla" argumenta.

Razones económicas

La necesidad de plantear este debate no responde solo a razones ideológicas o, sanitarias. Existen sospechas fundadas de que el tráfico de hachís en España es una de las fuentes de financiación de los movimientos integristas islámicos, cuyo afianzamiento en el Magreb preocupa extremadamente a las autoridades marroquíes. También de las mafias de la cocaína en España.

Los detractores temen la incapacidad de la sociedad para que el control sea efectivo. "Los experimentos hay que hacerlos con gaseosa", afirma gráficamente Alejandro Martín Carrero, médico experto en la prevención de toxicomanías. "Bastante tenemos ya con los daños del alcohol para encima dar más facilidades para el consumo de otras sustancias dañinas. Lo único que conseguiríamos con la legalización es agravar el problerna".

Juan Francisco Orsi, director del programa de desintoxicación de Proyecto Hombre en Madrid, reacio a la legalización, considera, sin embargo, que lo peligroso es "hacer afirmaciones dogmáticas en este tema". "Lo único que sabemos es que el 90% de los que están ahora mismo en tratamiento empezaron consumiendo hachís, aunque esto no quiere decir que todos los que fuman acaben enganchados a otras drogas. Si queremos acabar con las mafias, habría que legalizarlo todo, aunque yo creo que las mafias se organizarían entonces de otra manera. En cualquier caso, se puede reflexionar sobre ello".

Pocos expertos, tanto juristas como médicos, rechazan de plano el debate. "Legalizar sin más, simplemente como una manera de quitarse de encima el problema de la delincuencia, sólo perjudicaría a los afectados", afirma Juan Carlos Rois Alonso, abogado, próximo al Partido Popular. "No se puede hablar de legalización sin abordar una reforma del actual sistema criminal en la lucha contra el narcotráfico y, sobre todo, de las alternativas de ayuda y reinserción del toxicómano". Rois piensa que en determinados supuestos, como ocurre con la metadona, puede considerarse viable la despenalización.

Para Cándido Conde-Pumpido Tourón, portavoz saliente de Jueces para la Democracia y presidente de la Audiencia de Segovia, "lo esencial es preguntarse si la prohibición de las drogas ha beneficiado a alguien: ¿a los consumidores, a los que se condena a la marginalidad, a la delincuencia y a la muerte por adulteración?; ¿a los no consumidores, a los que se convierte en víctimas de los múltiples delitos cometidos por los toxicómanos para conseguir las elevadas cantidades de dinero para comprar la droga en el mercado ilegal?".

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