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Una lección desde las estrellas

Escolares de trece países asisten a clase en el Centro Tecnológico de la Agencia Europea del Espacio

"No podemos ducharnos; sin la fuerza de la gravedad se te queda el agua en la cara", explicaba desde las pantallas el astronauta alemán Ulf Merbold ante un auditorio, poco habitual. Los 45 muchachos de 13 países europeos que el pasado día 20 acudieron entusiasmados al Centro de la Agencia Europea del Espacio en Noordwijk (Holanda) contemplaban atónitos la imagen de los integrantes de la misión Euromir 94 que flotando y desde su nave. respondían a sus preguntas."Ésta es una oportunidad excepcional que pretende acercar a los alumnos de enseñanza secundaria al mundo de la ciencia y la investigación y estimularles en su estudio", explicó Wubbo Ockels, veterano astronauta holandés y animador en tierra de la experiencia. A su cargo corrió desde las primeras horas de la mañana la preparación de los jóvenes estudiantes para la clase espacial. Les instruyó sobre los objetivos de la misión, les puso diapositivas, les contó cómo funcionaba la fuerza de la gravedad y les pidió tres preguntas por escrito para los astronautas.

Antes de llegar allí los 45 estudiantes seleccionados, 20 holandeses y 25 procedentes de una escuela internacional de París, tuvieron que superar unas pruebas de cultura espacial. "Cosas fáciles", explica Kristof, un belga de 14 años: "quiénes fueron, los primeros en enviar un satélite, cuándo llegó el hombre a la Luna y cosas así". Pero lo que realmente determinó la selección fueron sus motivaciones. Javier, un estudiante español residente en París que de mayor quiere ser piloto, no quería dejar pasar "esta oportunidad de ver de cerca cómo viven los astronautas". Su amigo Nicola venía con otras ideas. Quiere estudiar eoonomía y tener su propia empresa y "a lo mejor se me ocurre algo para hacer relacionado con el espacio", explica.

Vía satélite y a través de Moscú, donde el español Pedro Duque se encargaba de las comunicaciones, pudieron durante unos minutos conocer cómo viven los protagonistas de la primera misión espacial de cooperación entre Rusia y Occidente.

Diez preguntas

De más de un centenar de preguntas pensadas por los muchachos, Ockels seleccionó únicamente diez que fueron lanzadas en tres idiomas a la nave durante los minutos que duró la conexión. Ulf Merbold, el portavoz del grupo en el espacio, no pudo reprimir una sonrisa cuando una holandesa de 12 años le, preguntó si podía llevar en su viaje animales de compañía. Sin respuesta se quedaron los que querían saber del comportamiento sexual de los astronautas o quienes se preguntaban sobre la existencia de vida en otras galaxias. Los apenas 20 minutos de clase espacial no daban para más. "La experiencia ha sido muy interesante, pero sería más emocionante poder estar allí", se lamantaba un muchacho holandés al término del contacto extraterrestre apuntando hacia el techo.

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