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FERIA DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE PARÍS

Aciertos y hallazgos en la FIAC 94

Victoria Combalia

La FIAC 94 ha sido una edición sin sobresaltos, pero mucho más positiva que la del año pasado, tanto a nivel de ventas como de piezas expuestas. No hay ninguna novedad en la sección dedicada al llamado arte joven, dado que pocas novedades hay en el panorama del arte joven internacional y además porque las ferias no son el lugar adecuado para descubrirlo (si exceptuamos, tal vez, Arco, cuya escasez en grandes piezas históricas se ve suplida por bastante arte nuevo).

Las novedades que pudiera haber pasan ahora por otros canales: pequeñas galerías alternativas, los propios estudios de los artistas, exposiciones temáticas, y este fenómeno tiende a agudizarse cada vez más. Las fotografías eróticas de Gilles Berquet o las piezas de Sophie Calle serían algunos nombres a recordar de esta sección. "Las ventas han sido mejores que el año pasado", dice Marcel Fleiss, de la galería 1900-2000, quien ha vendido 20 piezas, algo bastante excepcional. Especializado en dadá y surrealismo, Fleiss muestra un soberbio collage de Miró del año 1939, que podría -y debería- colgar de alguno de nuestros museos. Pero también ofrece, como siempre, descubrimientos que hacen la delicia de los especialistas: collages de la fotógrafa Claude Cahun (entre los años veinte y treinta), Nush Fluard fotografiada por Man Ray o un desnudo atado con cuerdas fotografiado por Bellmer. La feria se distingue por la excelente calidad de las piezas de las vanguardias clásicas, y por el descubrimiento de figuras semiolvidadas.El stand más sobresaliente, por su nivel realmente comparable al de un museo, es el de Jan Krugier, con una confrontación entre obras de Cézanne y de Giacometti, todas ellas de pequeño formato, pero de una gran calidad. "Hay que hacerlo para que los jóvenes recuerden a los grandes maestros de la vanguardia", comenta Krugier, tal vez preocupado -y con razón- por la falta de formación artística de los artistas actuales. En otra de sus salas ha colgado un Homenaje al pastel, con, entre otros, un espléndido Degas.

Un 'picabia' excepcional

Pero en medio del cafarnaum de la feria uno de los auténticos acontecimientos para cualquier buen conocedor del siglo XX es el stand de la galería Vivita dedicado a Picabia. Sencillamente porque en él podía verse una obra excepcional: La revolution espagnole, de 1936. Por un lado, esta obra enlaza -como en un apropiacionismo avant-la-lettre- con la tradición de la España negra de Gutiérrez Solana; por otro, esta española de mantón y mantilla, flanqueada por dos impresionantes esqueletos y con la Torre del Oro al fondo, se yergue como una lectura despiaada de lo castizo. Pero, debido al año en que fue pintado, resulta también, tanto un comentario a la revolución anarquista que la España de izquierdas estaba llevando a cabo, como una suerte de premonición del viva la muerte que iba a imperar en la terrible contienda. En todo caso, es una de las obras más fuertes del Picabia realista, y con España como tema. Ahora que tanto se habla de comprar picassos, ¿no debería agudizarse la imaginación y el ojo y pensar en otras obras emblemáticas?

También Miró

Entre las galerías cuyos conjuntos eran notablemente interesantes se cuenta la Berggruen, con un masonite de Miró, un assemblage de objetos de Salvador Dalí que habían sido expuestos en la famosa exposición de Charles Ratton de 1936, un dibujo de Klee y una preciosa y pequeña decalcomanía de Óscar Domínguez. Joan Miró estaba también presente en la galería Di Meo con un espléndido dibujo de 1930. Y, para obras de excepcional calidad, citemos el Wifredo Lam de Leiong; el Giacometti de Sidney Janis; el Sean Scully de Templon; el pequeño Bacon de Waddington, o los Cornell de Karsten Greve. Y finalmente, por mencionar a los artistas españoles representados, señalemos un magnífico Tàpies y buenos sicilias en Jorge Mara; todo un stand para obras históricas de Eduardo Arroyo en la galería San Carlo de Milán, bellos chillidas en Annely Juda, Manolo Valdés en M. Hoos, Ana Peters en Punto, Lluís Lleó en Taché, Pedro Moreno Meyerhoff en Claude Bernard, o Plensa en Gentili.

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