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El Gobierno baraja una solución salomónica para el conflicto de la enseñanza de religión

El alumno podrá optar entre cultura religiosa o no cursar una asignatura similar

Los obispos están que trinan, como la asociación de padres católicos. Quieren que la asignatura de religión y moral católica tenga una materia alternativa seria y con valor académico. El Gobierno no cede y ha programado para este curso el estudio de asignaturas marías, lo que tampoco gusta a los padres laicos: no entienden por qué se ha de castigar a los que no estudien religión católica y amenazan con llevar el conflicto al Tribunal Constitucional. El Ejecutivo, entretanto, baraja una solución salomónica. La religión y moral católica puede tener dos alternativas: o cultura religiosa o irse a casa.

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Los ánimos están muy encrespados aunque, como dice el obispo secretario de la Conferencia Episcopal, José Sánchez, sin mucho entusiasmo ni convicción, "todavía hay esperanza". El prelado espera que el Gobierno corrija el tiro tras el dictamen que, en las próximas semanas, emitirá el Consejo de Estado sobre el proyecto de Real Decreto por el que se regula la enseñanza de la religión. Este proyecto regula, por vez primera en la historia de la democracia, la enseñanza de las religiones católica, islámica, judía y evangélica. Y establece establece para los alumnos que no escojan una materia confesional una hora de estudio asistido de materias no fundamentales o marías -Educación Medioambiental, Vial, etcétera-.La materia confesional, de acuerdo con el proyecto de Real Decreto, sería evaluable, pero perdería valor académico cuando los expedientes de los escolares entraran en concurrencia al realizar el promedio del bachillerato para el acceso a la universidad o para optar a una beca, por ejemplo. Con el estudio de materias no fundamentales, el Gobierno pretende satisfacer las exigencias planteadas por tres sentencias dictadas por el Tribunal Supremo durante la pasada primavera que consideraban discriminatorio para el estudiante de la asignatura de Religión católica -el resto de confesiones no estaba regulado- la normativa nacida en 1990 con la LOGSE, que establecía como alternativa el repaso de otras materias. Hasta entonces, quien no estudiara Religión tenía obligatoria la Ética como alternativa.

La nueva ordenación establece también una materia alternativa para un curso del segundo ciclo de la Educación Secundaria Obligatoria (14-16 años) y el Bachillerato (16-18), que sería el estudio "de manifestaciones" escritas, plásticas o musicales de las diferentes confesiones religiosas.

Pero esto no, satisface, ni de lejos, los planteamientos de la Iglesia católica. Las posiciones de la jerarquía han quedado fijadas en el Consejo Escolar del Estado, máximo órgano de representación de la comunidad educativa. Sus representantes han dicho, a través de votos particulares al dictamen sobre el proyecto de Real Decreto, que la regulación de la enseñanza de la Religión católica no debe compartir norma con otras confesiones porque es producto de un acuerdo internacional con la Santa Sede. Además piden una asignatura alternativa y que ambas tengan el mismo valor académico que las Matemáticas. Y rizando el rizo, reclaman un departamento de Religión en los centros.

Una nueva sentencia de la misma sala del Tribunal Supremo que había efectuado los tres fallos anteriores arrima el ascua a la sardina de la Iglesia católica. Ahora establece que la asignatura de religión ha de tener el mismo rango que las matemáticas. El Ejecutivo, entre tanto, permanece agazapado, esperando el dictamen del Consejo de Estado. Y entonces promulgará la norma definitiva. Baraja una solución salomónica. Quien no estudie religión, que tendría todo el valor académico de las matemáticas o la lengua, tendrá dos alternativas: o estudiar cultura religiosa, o ninguna asignatura similar.

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