El mortal rostro de las sanciones
El personal médico del principal hospital iraquí lucha en pésimas condiciones y sin apenas medios para salvar la vida de niños enfermos
Salem Kabel agoniza en la cama numero nueve del principal hospital infantil de Irak. La semana pasada cumplió un año y medio. El doctor Alí Al-Jaberi, jefe de la unidad de cuidados intensivos del hospital Sadam, no sabe cómo responder cuando se le pregunta si el niño va a salir o no con vida de su primera batalla contra una simple infección intestinal."Se hace lo que se puede", dice tras una pausa, esquivando la cuestión y concentrando más bien su atención en la sonda de suero que se le ha introducido al niño en el parietal izquierdo. Es el último recurso contra una veloz deshidratación. Y es tan pobre el lecho donde yace Salem que su madre, una joven de 23 años llamada Nadiya, ha tenido que despojarse del velo negro para ofrecerle una sábana. Al pie de la cama, un ex soldado de 38 años, mira en silencio cómo se apaga lentamente la vida de su primogénito. "Primero vinieron los vómitos, luego la diarrea. Lo llevamos al hospital de Yusfi y allí nos dijeron que no tenían medicinas. Luego fuimos al hospital de Mahmadiye. Nos dijeron lo mismo. Cuando lo trajimos aquí el domingo ya estaba demasiado débil", dice su padre. "Y creo que ya es demasiado tarde".
Entre el griterío de pacientes menores de ocho años, nadie parece hallar ánimos para hablar de la causa de tanto. sufrimiento prematuro e innecesario. Los médicos ciertamente no tienen tiempo para enfrascarse en discusiones sobre los efectos del embargo internacional impuesto a Irak hace cuatro años.
Hoy es más apremiante la búsqueda de medicinas y asegurarse de que el oxígeno y las pocas donaciones extranjeras sean administrados con máxima vigilancia, así como atender las necesidades de la cocina con el mismo esmero con el que las enfermeras tratan de hallar remedio al gran déficit de sábanas.
El hospital Sadam ciertamente ofrece el más cruel rostro de las sanciones impuestas por las Naciones Unidas contra Irak. Entre sus paredes y corredores hay pruebas irrefutables de que el castigo internacional reservado a Sadam Husein se abate sin piedad contra todo el pueblo iraquí.
No es una conclusión deliberadamente programada por la maquinaria propagandística del Gobierno iraquí. Las visitas al hospital Sadam no figuraban, al menos hasta ayer, entre las actividades preparadas por el Ministerio de Información para los centenares de periodistas que han llegado a Bagdad en las últimas horas.
Si existen estadísticas oficiales del índice de mortalidad infantil causada por la falta de medicinas, éstas no están disponibles para quien intente darle una dimensión matemática a la trágica situación del pueblo iraquí.Según el doctor Alí, sólo en el hospital Sadam en las últimas semanas han muerto decenas de niños por falta de atención adecuada. No hay antibióticos para combatir infecciones ni los mas rudimentarios broncodilatadores para curar la gama de enfermedades respiratorias. "La situación es la misma, sino peor, en todos los hospitales del resto del país", dice. A la salida del hospital, un joven enfermero que se percata de la presencia de dos periodistas, ofrece su interpretación de los orígenes y objetivos de las calamidades que se han abatido sobre su país: "Irak siempre ha sido un país fuerte, un líder del mundo árabe", dice.
"Nuestro Ejército ha pagado un alto precio en la guerra americana, pero Estados Unidos no se contenta con eso, sino que quieren la destrucción total del país. Quiere destruir al pueblo iraqui y asegurarse de que las próximas generaciones crezcan en las condiciones mas débiles posibles".
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