El Gobierno italiano tacha de "mafiosos" a los jueces porque sugieren medidas contra Berlusconi
'Es inútil esconderlo. Existe el peligro de llegar a niveles financieros y políticos muy elevados", ha declarado el fiscal jefe de Milán, Saverio Borrelli, refiriéndose a una investigación que afecta al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. "Esa advertencia es una canallada de tipo mafioso", respondió Gluliano Ferrara, portavoz del Gobierno italiano que anunció que presentará un recurso al Consejo Superior de la Magistratura contra las declaraciones de Borrelli. El intercambio de acusaciones, registrado ayer, eleva el enfrentamiento entre Berlusconi y los jueces a un nivel irreversible.
Temerosos de las previsibles consecuencias de semejante prueba de fuerza, y azuzados por los rumores de que la notificación de un sumario por presunta corrupción viajaba ya hacia el despacho del primer ministro, la Bolsa y los mercados monetarios italianos volvieron a caer ayer bajo mínimos. La Bolsa milanesa sufrió un fallo de fluido eléctrico durante casi dos horas justo en el momento del gran desplome de las contrataciones.La jornada comenzó con la dimisión del ministro de Justicia, Alfredo Biondi, que pronto se volvió atrás de su gesto a petición del Gabinete. Pero la reunión del Consejo de Ministros hubo de ser suspendida de todos modos hasta hoy, minutos después de iniciada, para que Berlusconi subiera al Quirinal, sede de la jefatura de Estado, a aclarar con el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, una situación caótica y bochornosa que sólo alguna de las televisiones del primer ministro se empeñaba en seguir presentando como "encuadrada en el normal desarrollo de las relaciones entre el Poder Judicial y el Ejecutivo".
Un magistrado de prestigio había puesto la chispa que hizo saltar el incendio, aunque el campo estaba tan preparado por semanas de rumores sobre la inminente apertura de un sumario contra Silvio Berlusconi y de virulentos ataques contra la justicia procedentes del entorno del primer ministro que resulta difícil saber si Saverio Borrelli ha incidido sobre él premeditadamente o se ha limitado a ceder, cansado, ante las provocaciones.
Hombre hasta ahora muy discreto y comedido en su función de portavoz del grupo de magistrados milaneses que protagoniza las investigaciones sobre corrupción en Italia, Borrelli, el jefe del juez Antonio di Pietro, sorprendió ayer con las declaraciones al Corriere della Sera más arriba citadas.
Preguntado sobre otra reciente entrevista con Biondi, en la que el ministro sugería que los magistrados milaneses cometen "fraudes judiciales" el fiscal jefe de Milán recordó que Biondi fue uno de los abogados defensores en el proceso por la quiebra del Banco Ambrosiano y añadió que dicho proceso ha dejado diligencias pendientes sobre la presunta falsedad de algunas de las pruebas presentadas por los letrados.
La "masa" y la "élite"
Esta réplica de Borrelli, y otra breve alusión a que los abogados son una "masa" frente a la "élite" de los magistrados, motivó la dimisión matutina de Biondi, retirada en cuanto el pleno del Gabinete expresó un "aprecio unánime por la persona y la actuación del ministro".
Las declaraciones de Borrelli han sido bien asumidas por la izquierda que, en cualquier caso, responsabiliza del choque institucional a los ataques contra la justicia proferidos en días pasados desde el Gobierno, y recuerda que todo esto ocurre porque los jueces están a punto de llegar hasta Silvio Berlusconi.
No obstante, personalidades del campo progresista como los ex magistrados Luciano Violante o Giuseppe Ayala, ambos diputados, han considerado inoportunas las declaraciones de Borrelli.
Más complicadas son las reacciones dentro de la mayoría del Gobierno, donde los partidos difieren al valorar la actuación de los jueces. Alianza Nacional (AN) no comparte los ataques a la magistratura lanzados desde el entorno de Berlusconi. Los electores de AN, de extrema derecha, apoyan la depuración judicial y su líder, Gianfranco Fini, sería el primer favorecido si el actual primer ministro hubiera de abandonar la política envuelto en olor de corrupción.
Berlusconi ha dicho ya, sin embargo, que no piensa dimitir aunque le abran un sumario, si no que responderá con "medidas políticas" a ese "acto político". También ha afirmado que Gianfranco Fini tendrá que serle fiel porque, sin la alianza de Gobierno con Forza Italia volvería a caer en la marginación del neofascismo.
Fini calificó ayer de "grave e insólita" la declaración del fiscal Borrelli, expresó su solidaridad con el ministro Biondi e hizo votos para que "todos" contribuyan a "serenar el clima político".
No hicieron, en cambio, declaración alguna ni la dirección de la Liga Norte ni su líder, Umberto Bossi, que suele atacar por igual a los jueces y a su aliado Berlusconi. La solidez de la mayoría se vería, sin duda, en peligro, si el Gobierno intentara alguna iniciativa disciplinar contra los magistrados milaneses.
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