La ley del embudo
El final del interesante abono albacetense llegó bajo la ley del embudo, gracias a la empresa y con la habitual complicidad del concejal de festejos, Juan Pont, a quien le pareció muy bien que los regidores del coso estrellasen a la terna de promesas locales con una novillada de un hierro en horas bajísimas. Así, mientras en las otras dos novilladas se anunciaban a las figuras y a los enchufados de la empresa con bomboncitos, a los paisanos, con la de Conde de la Maza.Pese a ello, los coletudos de la tierra se entregaron con ardor frente a la bueyada y contaron con el apoyo de los cabales aficionados, mientras Pont, ufano y orgulloso, sonreía en el callejón contemplando su obra y los sudores de sus paisanos en el ruedo.
Maza / González, Belén, Moreno
Cinco novillos de Conde de la Maza, cuajados y mansos. 40 sobrero de Villalobos, bien presentado, descastado, peligroso.Victoriano González: aviso y silencio; palmas. Niño de Belén: oreja y vuelta. José Antonio Moreno: vuelta en los dos. Plaza de Albacete, 18 de septiembre. 11ª y última corrida de feria. Media entrada.
El más placeado, Niño de Belén, se empleó a fondo desde que se abrió de capote. Lucido en verónicas, vistoso en el galleo por chicuelinas y templado, breve e intenso con la muleta, sometió a su primer enemigo, como intentó con el quinto, ayuno de casta, y que se quedaba corto por ambos pitones.
José Antonio Moreno, alboreó un extraordinario corte clásico frente a sus dos complicados bichos, también con ligazón, relajo y tersura, aunque falló a espadas.
El más veterano de la tema, Victoriano González, pechó con un lote intoreable; pues si el primero, al que extrajo arreboles de bellísimo trazo, era malo, el sobrero era un animal corraleado y patibulario, con el que se limitó a mantener la dignidad torera sin perder los papeles.
Babelia
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