_
_
_
_

La Academia también es responsable

Álex Grijelmo

Ninguna ley obliga al secretario de un juzgado a vestir correctamente, ni a que los vendedores de coches lleven corbata. Sin embargo, tanto un funcionario judicial como el empleado de un concesionario opinarán seguramente que el buen aspecto personal forma parte de sus obligaciones ante el público.Pero el secretario de juzgado dirá enseguida que la ley no "contempla" tal cosa, y el vendedor de automóviles colocará lo del airbag en su primera frase.

El correcto uso del castellano no se asume actualmente como muestra de buena educación o de preocupación y defensa cultural -la lengua es un patrimonio común, como el museo del Prado- Incluso a quienes se expresan con precisión y riqueza -como Antonio Gala, como Jorge Valdano- enseguida les salen descalificadores y graciosos que convierten tal virtud en algo digno de chirigota.

Más información
Altemativas a la colonización
La necesidad de una ley de defensa del español divide a escritores y académicos

La Administración no ha contribuido mucho a prestigiar su lengua oficial. Las faltas ortográficas inundan los cartelones de carreteras y autovías (sobre todo, por falta de acentos), los funcionarios se expresan por escrito para que nadie les entienda, los ministros distorsionan las palabras para vaciarlas de su verdadero contenido. Y hasta la Real Academia Española, destinada a "dar esplendor" se ha sumado a la desidia.

Las últimas palabras incorporadas al diccionario han constituido uno de los más lamentables destrozos de nuestra lengua. Han entrado vocablos y acepciones pedestres y confusas, huérfanas de matices, que son habituales en los periodistas y los políticos, pero que no tienen presencia ni en la literatura ni en el habla de las gentes: liderar (encabezar, acaudillar, capitanear), posicionarse (definirse, pronunciarse ... ), desvelar (revelar, descubrir... La lista de deterioros -y la de palabras más ricas y precisas a las que van sustituyendo- sería interminable. La Academia dice que sólo recoge cómo se habla, no cómo se debe hablar. Pues habría que preguntarse cómo da esplendor entonces, cuando se empieza a hablar mal. Tal vez no se trata tanto de cómo se expresa el pueblo, sino de cómo lo hacen los medios de comunicación. La Academia parece hacerles más caso, lo que resulta poco democrático y empobrecedor.

Las palabras procedentes de otros idiomas nos invaden. El castellano se defiende bien a la larga, aunque en el camino quedan muchas heridas: ya no se dice offside sino fuera de juego; se va el córner y llega el saque de esquina (existió siempre "cornijal" en castellano, pero no se aportó a tiempo); la gente no viaja en "autoestop" sino que hace dedo. No obstante, en el camino se quedan eslogan (lema) o spots (anuncios) o reprisse (aceleración). Y para ese tipo de palabras hay que buscar traducciones que respondan al genio de -nuestro idioma, sin acudir a calcos del inglés.

¿A quién corresponde esta tarea?: A la sociedad en su conjunto -y a los medios informativos en primer lugar-, pero las instituciones debieran mostrarnos también su ejemplo. La Administración debe empezar a cuidarse y vestir cuanto antes un buen idioma.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_