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Oliver Stone y Gianni Amelio, favoritos en una Mostra inundada por la violencia

'La teta y la luna se mantiene como candidata a uno de los premios

Ya informamos de ello en la crónica correspondiente: La teta y la luna, de Bigas Luna, "huele a premio". La impresión inicial no ha hecho más que confirmarse con el paso de los días; y esta divertida, conmvedora y pacífica película sigue "oliendo" a recompensa en una Mostra inundada de cine de violencia, en la que Lamerica, de Gianni Amelio, y Natural born killers, de Oliver Stone, siguen a la caza del León de Oro o de su equivalente a Gran Premio del Jurado, al estar fuera de competición la gran película del festival, la prodigiosa Tío Vania en la calle 42, de Louis Malle.

Las dos últimas películas del concurso -la argentina Una sombra ya pronto serás, dirigida por Héctor Oliveira; y la francesa A lafolle, dirigida por Díane Kurys- no introducen una modificación sustancial en el tráfico de apuestas, pronósticos, quinielas y rumores de premio, muchos de ellos lanzados por los propios interesados y sus agentes de prensa.La primera, aunque es algo kafkiana y literaria en sentido peyorativo, es muy estimable y está primorosamente rodada e interpretada. También hay solvencia técnica en el encadenamiento de planos de A la folle, pero la historia de amor triangualar es absurda y artificiosa.

En los pronósticos para la sentencia de mañana se mantiene La teta y la luna, que pese al bajonazo de tensión emotiva con que Bigas Luna la mal resuelve, arrastra desde su arranque cine de alta calidad, cuya ironía y lirismo la convierten en una rara avis dentro de la jaula de un festival caracterizado por estomagantes despliegues e imágenes de violencia, de crimen y de turbiedades de todo tipo, ofrecidas a palo seco, sin freno ético ni filtro crítico de ninguna especie. Esto ha movido a algunos miembros locuaces del jurado a curarse en salud y dar rienda suelta a su disconformidad, ante un eventual premio para Natural bom killers, Little Odessa -ambas americanas- y la neozelandesa Criaturas celestiales, que pese ser muy inferior a las dos primeras, también se hace oír, por el apoyo del presidente del jurado, David Lynch, y el parlanchín -con salidas de tono, que él no desmiente, propias de un neofascista- Quentin Tarantino ha proclamado "cine futuro", lo que en su mentalidad quiere decir "violencia sin una rectificación moral ni una filosofía".

También Mario Vargas Llosa ha roto el pacto de silencio que normaImente observan los jurados de los festivales y se ha desmarcado de un posible -y probable- premio a Natural born killers, a la que ha calificado de "reaccionaria", ensanchando su juicio a la acogida que la Mostra hace del cine "de violencia tratada de manera superficial e hipócrita", pues incluso las películas que abordan esa violencia con espíritu crítico, "lo hacen sirviéndose de análisis epidérmicos y conformistas". Esto último parece dirigido -y Vargas no anda descaminado- contra las coartadas ideológicas "progres" con que Stone justifica su N B K.

Mientras tanto, la verdad y el dolor que llenan las pocas excepciones de cine libre e indignado por lo que ocurre en el mundo, como la bella y emocionante Lamerica de Gianni Amelio y, en tono menor, la africana El grito del corazón; las chinas Viva el amor y Días desolados; la macedonia Después de la lluvia; la portuguesa Tres hermanos y la neoyorquina Somebody to love siguen calladamente, sosteniendo con pudor y elegancia su aspiración a entrar en la lista dorada.

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