El éxodo de 'balseros' continúa pese a la amenaza de ser internados en Guantánamo
El éxodo de balseros cubanos hacia Estados Unidos aumentó durante el pasado fin de semana pese a que las autoridades de La Habana han informado a la población que desde el sábado los guardacostas norteamericanos comenzaron a trasladar a la base naval de Guantánamo a los primeros refugiados recogidos en el estrecho de Florida. Según esas autoridades, hasta el momento 499 balseros han sido instalados en Guantánamo, cifra que podría aumentar rápidamente debido al gran número de botes y balsas que parten hacia Miami.
Se calcula que más de un millar de balseros salió ayer desde varios puntos de la provincia de La Habana, mientras se aguarda la reacción de Castro a las nuevas medidas de presión adoptadas por Clinton."Se venden botes de plástico y remos", reza un cartel clavado en la puerta de una casa del Vedado. El anuncio refleja con bastante exactitud la fiebre de las balsas que vive La Habana, y que ha llevado a algunos carpinteros a dejar de construir muebles para dedicarse a la fabricación de botabaras, remos y hasta pequeñas barcas, que se cotizan a miles de pesos cubanos.
"Es increíble, pero en vez de disminuir, cada vez se tiran más balsas", decía el sábado un hombre en el malecón de La Habana, que es también, desde el fin de semana, punto de partida de algunos balseros. Cualquier lugar es bueno: Cojimar, Santa Fe, Santa María, Alamar, Guanabo, Jaimanitas, Mariel, El Salado... En todos estos lugares se pueden ver grupos de curiosos que esperan, junto al mar, que alguien aparezca con una balsa. Ya hasta en barrios alejados del agua, como el Cotorro, se encuentran grupos de personas fabricando lanchas sobre el asfalto.
La mayoría de los balseros que salieron hacia Estados Unidos este fin de semana sabían perfectamente que Miami no les recibiría, sino que serían trasladados a la base naval de Guantánamo, donde serían considerados "refugiados", como los 15.000 haitianos que allí se encuentran. Sin embargo, esto no desanimó a ninguno de ellos.
"Mira, yo prefiero estar en Guantánamo que aquí, porque allí seguro que me tienen que dar de Comer y al final tendrán que ceder y dejamos entrar en Estados Unidos", aseguraba uno de ellos, que se fue junto a 15 más en una peculiar balsa: una cisterna de las que se utilizan para transportar agua y combustible en camiones, partida por la mitad con flotadores hechos de neumáticos de camión y corcho a los lados, como si fuese un gran catamarán.
Así pensaban casi todos, sin tener en cuenta el testimonio dramático de un balsero de Cojimar, que regresó el sábado despues de día y medio de travesía porque le entró agua a su balsa. "El mar estaba muy malo y he visto más de 20 balsas vacías", decía. Los guardacostas norteamericanos acostumbran a pinchar y hundir las balsas una vez que han rescatado a los refugiados, para evitar que sigan en una interminable procesión por el estrecho.
Pero si en las zonas de costa el éxodo continúa, y cada vez a un ritmo más vertiginoso debido al embullo Cubano, en La Habana la situación es de normalidad. Las nuevas medidas. de presión adoptadas por Clinton son el comentario general en la calle y han suscitado manifestaciones de rechazo tanto en los medios de prensa oficiales como entre gran parte de la población. Dichas medidas, principalmente la suspensión de los envíos de dinero para ayudas familiares y la reducción de los vuelos Miami-La Habana -hasta ahora eran 11 semanales-, sentaron como una bomba entré los cubanos con familia en Florida, pues contribuirán a agudizar la crítica situación en la que viven.
Algunos de los exiliados que se encuentran ahora en La Habana, dicen, sin embargo, que será muy dificil para Washington aplicar estas medidas, ya que los cubanos que viven en Miami acostumbran a enviar su dinero a través de amigos o personas que viajan habitualmente a La Habana, y no por giros.
El Gobierno cubano todavía no ha reaccionado oficialmente ante las medidas anunciadas por Clinton, pero no se descarta que Castro se dirija a la nación para anunciar nuevas acciones.
El peor momento
La decisión de Washington de endurecer el embargo contra Cuba y prohibir a los exiliados que envíen dinero a sus familias en la isla llega en el peor momento para los cubanos, justo cuando la crisis económica es más profunda y el Gobierno acaba de eliminar una serie de gratuidades y subsidios, y tiene previsto Poner en marcha un nuevo sistema impositivo para reducir el desequilibrio financiero.En 1994, la economía cubana sufrió un gran golpe debido al fracaso de la última zafra azucarera, que supuso pérdidas por más de 500 millones de dólares en un país cuya capacidad importadora, este año, se limitará a 1.800 millones de dólares. Además, debido a la falta de fertilizantes, pesticidas y otros insumos, junto a la falta de estímulos al trabajo en el campo, la producción agropecuaria ha descendido al mínimo.
Las ayudas que los exiliados mandaban a sus familias -unos 400 millones de dólares- no suponían. un gran respiro para la economía cubana, pero sí servían para adquirir jabón, pasta de dientes o detergente.
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