El antisemitismo de las 'patotas'
Ya en 1910 hay testimonios de ataques antisemitas en Buenos Aires. Las llamadas patotas (bandas de jóvenes) de niños bien se divertían atacando a los judíos que reconocían por las calles. El ensayista Iehoshúa Faigón señala que "el antisemitismo argentino se convierte en un fenómeno público a partir de la revolución soviética". Los judíos, a quienes los argentinos llaman "rusos" o "turcos" inspiran desconfianza al poder.En enero de 1919, un paro de trabajadores reprimido, brutalmente desemboca en una huelga general que el Gobierno de entonces, de origen radical, describe como un "conato de revolución bolchevique". Según las autoridades, un presunto presidente convertido en dictador llamado Pinie Vald habría constituido un supuesto gabinete en las sombras con la intención de asumir el control del país. La acusación desembocó en la semana trágica, que del 7 al 13 de enero de 1919 recordó a los judíos los pogromos de la Europa oriental. Los judíos fueron atacados en las calles de Buenos Aires, y sus casas robadas o incendiadas. Esos actos vandálicos se repitieron en la ciudad de Rosario y en Montevideo (Uruguay).
Los liberales de entonces criticaron al Gobierno, y el presidente, el caudillo radical Hipólito Irigoyen, recibió a una delegación de representantes de la comunidad judía, ante la que dijo que el Gobierno argentino no tenía nada que ver con los ataques. El presidente Irigoyen, según Faigón, "se mostró muy descortés con los dirigentes judíos y se sintió molesto porque éstos hablaban en nombre de la comunidad y no como ciudadanos argentinos".
La situación de los judíos en Argentina se volvió aún más dificil cuando el nazismo alcanzó poder en Alemania. Un decreto de 1938 les entornó la puerta de ingreso al país. Así empezó la lucha que aún hoy continúa.
Nadie imaginaba todavía lo que sucedería después: la irrupción del peronismo, la protección a los refugiados nazis, la persecución, la discriminación un judío no puede llegar a ser presidente de Argentina, ni miembro de la Corte Suprema de Justicia, ni alcanzar un rango de oficial superior en las Fuerzas Armadas-. El secuestro, la tortura hasta la muerte, el exilio, los insultos, las amenazas y los atentados feroces.
Ya son 52 los cadáveres recuperados tras el atentado contra la sede bonaerense de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ocurrido el pasado día 19. Se teme que el número de muertos alcance el centenar ya que aún hay cerca de 70 desaparecidos. Ayer seguía acogiéndose con muchas reservas la reivindicación realizada el viernes en Líbano por un pequeño grupo integrista denominado Ansar Alá (Los seguidores de Dios). El comunicado, enviado al diario An Nahar, se atribuía indirectamente la paternidad de este atentado y del ocurrido el martes pasado contra un avión panameño en el que perecieron 21 personas, en su mayoría hombres de negocios judíos.
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