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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cine contra literatura

Esta adaptación al cine de la La peste, la célebre novela de Albert Camus, abre en canal la vieja, y nunca convincentemente resuelta, cuestión, del traslado -y su sentido, si es que logra tenerlo, y este no es el caso- a la pantalla las grandes creaciones literarias.Convertir en un buen guión una novela de la dificultad y envergadura de ésta es una tarea que roza lo imposible. Hay, para lograr algo que se acerque a la altura del pretexto literario, que buscar -y, si se encuentran, ordenar- equivalencias dramáticas, rítmicas y visuales con gran libertad y, precisamente por ello, con un cuidado superior al que requieren obras literarias de poca enjundia. Es la doble paradoja de que las buenas novelas conducen casi irremediablemente -hay excepciones, pero no abundan- a malas películas.

La peste

Dirección: Luis Puenzo. Argentina, 1993. Intérpretes: William Hurt, Robert Duvall, Raúl Juliá. Estreno en Madrid: cines Vaguada, Avenida, Minicines, Parquesur, Burgocentro.

Esta Peste de Luis Puenzo es un ejemplo dibujado con tiralíneas de la verdad de esta paradoja. No es sólo que haya salido una mala película, sino que de su enfoque no había manera de desembocar en otra cosa. Se percibe su pobre desarrollo y su batacazo final desde el instante en que la película arranca. Lo abstracto -que no impide que el escritor mueva dentro de él concreciones de alta precisión- del relato de Camus, se vuelve en la pantalla, abstruso, impreciso y divagatorio. La apasionante parábola literaria -que compone una de las visiones más inquietantes y penetrantes que se han escrito sobre las tripas de nuestro tiempo, un tiempo que persiste -genera en la pantalla un empacho de mala retórica visual, que crea en el espectador indiferencia y aburrimiento.

Y la envenenada pregunta surge sola, sin necesidad de convocarla, de la propia condición del filme. ¿Por qué y para qué demonios se ha hecho un tan grande esfuerzo, casi un derroche, destinado fatalmente a concluir en la nada o, en el mejor de los casos, en la insignificancia?.

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