Frágil recuperación
LOS DATOS trimestrales del Instituto Nacional de Estadística (INE) acaban de convalidar las previsiones sobre la recuperación de la economía española en el primer trimestre de este año. El producto interior bruto (PIB) generado por nuestra economía en ese periodo ha experimentado un crecimiento real del 0,8% con respecto al mismo periodo del año anterior. Se trata de la primera tasa positiva de crecimiento desde finales de 1992, y su cuantía es superior a la esperada.La composición de ese crecimiento pone de manifiesto la importante contribución de la demanda exterior a nuestra reactivación. Aunque su aportación al crecimiento del PIB se desacelera por segundo trimestre consecutivo, las exportaciones de bienes y servicios han seguido registrando tasas de crecimiento (19,1% en el primer trimestre) desconocidas en los últimos 25 años. Ese impulso de las ventas al exterior, amparado en un favorable tipo de cambio de nuestra moneda y en la debilidad de la demanda interna, es al mismo tiempo el principal responsable de las tasas de crecimiento que en términos interanuales registran las importaciones, fundamentalmente de bienes intermedios incorporados a los productos exportados.
La reactivación no es tan evidente en la demanda interna, y de ese factor derivan las cautelas con que hay que contemplar estos últimos datos.
Aunque su evolución es menos adversa que en trimestres anteriores, tanto el consumo privado como los componentes de la formación bruta de capital fijo siguen registrando tasas negativas, que subrayan la fragilidad de la reactivación y la escasa capacidad para mejorar las condiciones del mercado del trabajo. Según acaba de hacer público la OME, la economía española encontrará serias dificultades para que pueda reducirse significativamente la actual tasa de desempleo con el crecimiento previsto por el Gobierno para este año. Aun cuando la economía crezca en los próximos años a ritmos próximos al 3%, será difícil, según la OCDE, que la creación de nuevos empleos adquiera un ritmo significativamente superior al crecimiento de la población activa.
Especialmente preocupante a este respecto sigue siendo. la debilidad de la inversión en bienes de equipo (-10%) y de la construcción (-3,3%). Sobre todo, a la vista de que el factor reactivador que ha sido el descenso de tipos de interés parece agotado, al menos por el momento. La seria crisis por la que están atravesando los mercados de bonos en todo el mundo, y con particular intensidad en nuestro país, ha llevado los tipos de interés a largo plazo a niveles incompatibles con la consolidación de esa reactivación de la economía. El Banco de España ya ha puesto de manifiesto su resistencia a seguir reduciendo su tipo de intervención y algunas entidades bancarias pueden empezar a revisar al alza los tipos aplicados a su inversión crediticia o, directamente, a moderar el crecimiento de ésta. Un problema común al resto de lo! países de Europa continental que debe ser abordado con especial atención en la cumbre comunitaria de Corfú.
Esas tensiones en los mercados financieros, sus adversas consecuencias sobre la inversión empresarial y sobre el déficit público, se añaden en nuestro país a un clima político con numerosas incógnitas abiertas, lo que no favorece el necesario crecimiento del consumo y de la inversión privados. A las dificultades para reducir los principales desequilibrios de la economía se añade una sensación generalizada de interinidad en la conducción de la política económica que afecta incluso al gobierno de la principal institución monetaria del país. El retraso en la confirmación o sustitución del actual gobernador del Banco de España es un factor añadido de incertidumbre.
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