Manuel Vicent reinventa el Mediterráneo en su último libro
El escritor y periodista Manuel Vicent, ha vuelto a inventarse el Mediterráneo en cuyas orillas nació en su último libro, Del Café Gijón a Ítaca (EL PAÍS-Aguilar), en el que recoge un largo viaje de Turquía a Madrid, pasando por Levante y Grecia, lugares que, según sus propias palabras, no existen. La obra, publicada por entregas en EL PAÍS (aunque ha sido reescrita y anotada para esta edición), fue presentada ayer en Madrid por los periodistas Raúl del Pozo y Javier Rioyo, en una comida cargada de cariñosos cruces de impertinencias."Hay que partir de un hecho: el Mediterráneo no existe, se lo inventaron los poetas idealistas alemanes en el siglo XVIII. Además, las gaviotas son unos pájaros muy literarios que, en realidad, son unos bichos terribles y muy sucios que prefieren un basurero a un banco de sardinas", aseguró Vicent al principio de una desmitificadora intervención, en la que afloró la mezcla de ternura e ironía en la que se suelen cocer sus textos. "También es falso el Gijón, que es una metáfora de la ciudad. Ítaca tampoco existe. En realidad no existe nada", sentenció el escritor valenciano.
El periodista Javier Rioyo tampoco tiene muy claro que el Mediterráneo existe más allá de la literatura. En todo caso señaló que lo ha conocido a través de los textos de Vicent. "Él me ha enseñado que todo el Mediterráneo cabe en una columna. Sé que existe porque él lo ha visto y me lo cuenta". Raúl del Pozo, que como Rioyo es un hombre de tierra adentro, hizo un recorrido por la historia literaria de un mar del que, afirmó, "han salido todas las formas básicas de la creación". "Vicent dijo una vez que el monoteísmo pertenece a la meseta y los dioses golfos al Mediterráneo. Su libro es el mar y es su hogar, porque el hogar está siempre en el corazón", añadió.
Tras la presentación de rigor, ya de por sí muy poco formal, los presentes se empeñaron en demostrar que, contra todo pronóstico, el mar puede llegar hasta el centro de la meseta con todo el calor que aporta a las conversaciones. El escritor José Luis de Vilallonga, que hoy presenta su libro Fellini por Vilallonga (también EL PAÍS-Aguilar) le hizo a Vicent una inevitable pregunta sobre los toros, una fiesta contra la que despotrica cada año. La respuesta estuvo a la altura de las expectativas: "Todos los que desfilan en las victorias son los cobardes, los que agacharon la cabeza cuando venía la bala, y todos los que pueden hablar de toros son los que no han muerto en la plaza. El toreo no es un arte, porque un espectáculo montado sobre la tortura no puede ser arte. Ni tampoco hay ningún valor en él".
El periodista Eduardo Haro Tecglen recordó los tiempos de la revista Triunfo, en los que alguien le recomendó a un joven que no escribía mal, llamado Manuel Vicent. La conversación continuó mientras los ruidos de la ciudad eran lentamente silenciados por el rumor, cada vez más bullicioso, de unas olas inventadas por la literatura.
Babelia
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