González muestra su sorpresa por las críticas a su dedicación europea
El presidente del Gobierno, Felipe González, manifestó ayer su sorpresa por las críticas que recibe por su dedicación a Europa. "No me cabe duda de que ésa es la mentalidad que hay que superar en España. Trabajar por Europa es una manera, y muy importante, de trabajar por España", insistió. González hizo esta afirmación en la conferencia con que clausuró las jornadas europeas organizadas por la Fundación Ortega y Gasset en Madrid.González fue presentado por su predecesor en La Moncloa, el ex presidente del Gobierno con UCD Leopoldo Calvo Sotelo. El acto contó también con la presencia del vicepresidente del Ejecutivo, Narcís Serra, y el presidente del Grupo Socialista, Joaquín Almunia.
El presidente del Gobierno pidió en su intervención un doble cambio de mentalidad en España ante Europa para "superar las viejas barreras y reticencias psicológicas que todavía nos impiden pensar y actuar en europeo". En esa misma dirección pidió un cambio de mentalidad profundo para los agentes económicos y sociales españoles porque "Europa es ya un mercado único y, por tanto, una empresa colectiva de todos los españoles".
González aprovechó su intervención para resaltar la importancia de las elecciones europeas. "Ese nuevo Parlamento afianzará su posición como institución clave en la construcción europea, mediante el ejercicio de nuevas y más amplias competencias que el Tratado de la Unión le confiere y será, sin duda, un Parlamento más democrático, más representativo y más eficaz".
Los cuatro retos
En su apología del Tratado de la Unión, destacó la profundización en la política de solidaridad en todos sus aspectos. "A nivel interno ha sentado las bases para que, en apenas 12 años, se dedique un tercio del presupuesto comunitario a la cohesión económica y social para facilitar los esfuerzos de convergencia de los Estados menos prósperos".
El presidente del Gobierno fijó cuatro retos para Europa en el ámbito exterior. Primer, buscar el papel estabilizador en la transición de la bipolaridad a la multipolaridad; segundo, terminar con éxito la configuración de la Unión Europea como proyecto regional y marco de referencia frente a los nacionalistas excluyentes y otras fuerzas disgregadoras; tercero, consolidar las relaciones entre los tres grandes bloques regionales: Unión Europa, EE UU y Japón; y cuarto, adecuar los mercados y la actividad económica a la globalización de la economía, con todas las transformaciones que ello supone en las relaciones económicas, laborales y comerciales internacionales.
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