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Tres miIlones de españoles se declaran ex fumadores

Los expertos aconsejan vigilancia médica para seguir los tratamientos con nicotina

Tres millones de españoles han conseguido dejar de fumar, según la última Encuesta Nacional de Salud, de noviembre de 1993. Las ventas de cigarrillos, según los datos de Tabacalera, disminuyeron un 7,3% entre 1992 y 1993. Como contrapartida, la adicción atrae cada vez más a los jóvenes: el 54% de los adolescentes entre los 14 y los 18 años se declara fumador, según una encuesta de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), informa Efe. La edad del primer pitillo ha pasado de los 19 a los 15 años en los dos últimos decenios.A pesar de que las legislaciones son cada vez más restrictivas, las prohibiciones por sí solas no sirven de mucho, según los expertos. "La información sanitaria es fundamental", afirma Carlos Andrés Jiménez, responsable de la Unidad de Tabaquismo del Hospital de La Princesa de Madrid. "Sólo con una recomendación seria de su médico de cabecera, son capaces de abandonar el tabaco al menos un 5% de los fumadores".

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Una estrategia para dejarlo

El 75% de los aproximadamente 14 millones de españoles que fuman ha intentado dejar el tabaco alguna vez de manera seria, pero no lo han conseguido. Para ellos, las farmacias se han llenado, en los últimos años, de chicles y parches de nicotina, de caramelos y cigarrillos mentolados.

Lo fundamental es cambiar de forma drástica los hábitos asociados al pitillo, porque el tabaco provoca una dependencia física, pero la más dura para mantenerse a largo plazo es la psicológica, según los expertos.

"El tabaquismo debe ser tratado como una drogodependencia", afirma Carlos Andrés Jiménez, responsable de la Unidad de Tabaquismo del Hospital de La Princesa de Madrid. "La nicotina actúa sobre el mismo sistema cerebral que la cocaína y la morfina y tiene su misma capacidad adictiva". Cada cigarrillo tiene un miligramo de nicotina y con una calada se absorbe el 90%, que sólo tarda siete segundos en llegar al cerebro. Nerviosismo, cansancio, dificultades para con ciliar el sueño y trastornos gas trointestinales son los síntomas que atenazan al fumador que in tenta dejar de serlo.

"Lo importante es sustituir los gestos y la situaciones asociadas al cigarrillo", afirma Mar¡ Paz García Varela, profesora del departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense. "Hay personas para las que reducir el nivel de tensión o de ansiedad es suficiente", explica Miguel Gorospe, director de un centro de terapia antitabaco de Madrid.

De los distintos métodos que se comercializan en las farmacias o que prometen resultados, los que han mostrado una mayor efectividad son los que combinan una terapia sustitutiva de la nicotina con un pequeño apoyo para variar los hábitos. "La ventaja de las terapias sustitutivas es que amortiguan el síndrome de abstinencia de las primeras semanas"-, explica Carlos Andrés Jiménez. "El problema es que deberían ser supervisadas siempre por un especialista para fijar con precisión las dosis necesarias.".

Chicles y parches

Los cuatro métodos utilizados para sustituir la nicotina, y que contienen nicotina, son los chicles, los parches transdérmicos y los inhaladores bucales y nasales, aunque estos últimos no se han comercializado todavía Proporcionan una cantidad suficiente de nicotina para tranquilizar al organismo, pero inferior a la necesaria para crear una nueva adicción. La terapia en dosis decrecientes dura unas 12 semanas como máximo. Con esta ayuda, el 80% de los fumadores consigue superar el mes de abstinencia, el 45%, los tres meses y el 41%, los seis meses. Sólo entre el 30% y el 35% superan el año.

En un 4% de los casos los chicles pueden crear cierta dependencia hasta un año después de haber dejado el tabaco. El bolsillo también puede resentirse: una caja de cien pastillas -se deben tomar cada vez que se siente la necesidad de fumar- cuesta unas 2.700 pesetas, mientras una caja de catorce parches -se cambian cada 16 ó 24 horas cuesta entre 4.000 Y 6.000 pesetas. Éstos pueden causar irritación en la piel y un ligero dolor de cabeza durante los primeros días. El peligro fundamental es rebajar las dosis antes de tiempo. Están contraindicados en personas con problemas cardiovasculares y en las mujeres embarazadas.

En España hay algunas unidades especializadas en tabaquismo en grandes hospitales que proporcionan con la terapia sustitutiva un apoyo psicológico de grupo para aprender a cambiar los hábitos. Las terapias aversivas, muy de moda hace algunos años -habitaciones llenas de humo u obligar a fumar muchos cigarrillos seguidos para provocar asco-, se han desechado por su agresividad.

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