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Preludio íntimo

Fue también Armando Zubizarreta -en Mercurio Peruano, Lima, 1957- quien dio primera noticia del vasto manuscrito de la obra vertebral -y secreta, pese a sus múltiples, pero siempre vagas, alusiones a ella- de Unamuno: su hoy indispensable Diario íntimo, cuya edición no llegó hasta 1970, 34 años después de su muerte. Félix García, que escribió el prólogo, considera esta obra "de importancia capital para interpretar el enigma, el misterio, el drama espiritual de Unamuno". Y ahora, Laureano Robles ilumina la raíz de tal enigma: "Nuevo Mundo es la antesala del Diario íntimo y de la crisis del 97, que es mucho más que una crisis religiosa".De ahí que este relato sea un pequeño y cauteloso umbral de las grandes estancias unamunianas. Y más aún: la pieza que faltaba para llenar y dar sentido al puzzle íntimo que desencadenó la redacción, durante décadas y en forma de angustiado goteo, del Diario íntimo, y de su formalización en prosa especulativa, más lírica que verdaderamente filosófica, en El sentimiento trágico de la vida, durante la primera década del siglo.

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En el umbral de Unamuno

Masturbación espiritual

El desazonador folio inicial del Diario, en el que el escritor se telegrafía a sí mismo los pasos que le condujeron a la entrada en la agonía, es un conjunto de sucesos demasiado exteriores para ser el verdadero desencadenante de su -tan persistente que perduró durante toda su vida- malestar interior. Es ese folio la disección de un infortunio -el descubrimiento de la deformidad mental, y mortal, de su hijo Raimundo que los años atemperarían, pero que en aquel momento destapó -y convirtió en estado de conciencia permanente- algo previo, terco e inquietante: una especie de concavidad mental que lo precedía y de la que provenía su necesidad de prolongar y perpetuar esa vivencia de la agonía.

De ahí que en una dramática mirada al espejo del Diario íntimo Unamuno -desde el rencor que en él depositó el rechazo a su Nuevo Mundo por quienes le desaconsejaron publicarlo- hable a continuación, y despiadadamente, del tormento que le causa "ese orgullo oculto, esa rebusca de mí mismo, ese callado endiosamiento, ese labrarme mi estatua y deleitarme en mi idea de mí" [que le conduce] "a la masturbación espiritual".

Y de manera luminosa se percibe ahí retrospectivamente que Nuevo Mundo es el anticipo del gran malestar y la última pieza del rompecabezas de la génesis del Unamuno poeta trágico, uno de los escasos medulares de este siglo igualmente trágico, que él preludió y del que este relato inédito es un primer acorde, imperfecto pero recién oído.

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