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"No quieren testigos de las matanzas"

Los tutsis han dado tres días de plazo a los blancos para que salgan del país

Dieciocho de los españoles evacuados de Ruanda llegaron ayer a la base militar de Melbroek, en las afueras de Bruselas, en los aviones con repatriados occidentales fletados por las autoridades belgas. Los misioneros y religiosas afirman que su salida masiva es algo excepcional que nunca había ocurrido anteriormente. En esta ocasión están saliendo todos, porque han sido amenazados de muerte si no lo hacen. "No quieren que seamos testigos de las matanzas que están cometiendo", dice la religiosa carmelita Mercedes González.Entre los evacuados se encuentra también la cónsul honoraria de España en Ruanda, Machalén Belausteguigoitia, que declinó hacer cualquier declaración sobre la experiencia personal vivida en sus últimas horas en el país centroafricano.

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Mercedes González, carmelita que prestaba sus servicios misioneros en la localidad de Butare, mostraba su alivio por haber conseguido sacar del país a 12 compañeras de su misión (11 de nacionalidad zaireña y una ruandesa), que eran objeto de las amenazas de grupos armados. Mercedes relata: "En otras congregaciones las monjas ruandesas eran separadas de las occidentales y zaireñas en una habitación y arrojaban una granada de mano para matarlas. Las que no morían por la explosión eran rematadas a machete".

Otro de los españoles repatriados, el padre secular Miguel Paret, asegura que las matanzas desencadenadas en Ruanda desde la semana pasada son más crueles que las registradas en Burundi hace seis meses.

Los residentes extranjeros en Ruanda han recibido el últimatum de que si no abandonan en tres días el país deberán asumir las consecuencias. Esta advertencia es interpretada por la madre González como un método para evitar que los extranjeros sean testigos de las matanzas que se están llevando a cabo. "Es la primera vez que los misioneros salimos en masa. Hay una parte del país que no quiere que seamos testigos y freno de las matanzas", señala la religiosa.

La hermana carmelita Serafina Vicente contaba cómo su vivienda había sido asediada por "gente del pueblo" y miembros de la Armada ruandesa, que buscaban al chófer, miembro de la etnia tutsi: "Anteayer mataron a nuestro chófer y a los enfermos del hospital. Las monjas ruandesas no han podido salir, y puede que estén muertas también. Eran gente con la que estábamos diariamente, y antes de que empezase la matanza me aseguraron que no iban a hacer nada". La madre Serafina da más detalles de lo que define como "una auténtica matanza"; "los mismos enfermos que habíamos curado por la mañana los azotaban por la tarde. Llegó un señor con una lanza clavada en el vientre, y cuando vieron que estaba vivo y en la cama, llegaron y lo remataron a machetazos". Por primera vez, según su experiencia, no se han respetado las misiones, aunque entre los agresores había gente del pueblo, "católicos y todo".

La hermana Piedad Cruiselles estaba preocupada por la suerte de ocho de las novicias que se han quedado en la misión. "A cinco de ellas las habrán matado ya", asegura, sin poder explicarse la virulenta reacción de los jóvenes del partido del presidente La joven carmelita murciana fue la portavoz de los repatriados españoles ante los reyes de Bélgica, que acudieron ayer por la tarde a recibir a sus compatriotas. Les dio las gracias por la labor de los soldados belgas en las tareas de evacuación y les mostró su tristeza por las hermanas ruandesas y los 50 niños que estaban a su cargo en la capital, Kigali.

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