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Un rompecabezas bestial

El dibujante británico Mike Wilks inventa un libro-juego con premio

Guillermo Altares

. Tiene algo de cubo de Rubik. Algo de Dónde está Wally (a lo bestia). Pero es completamente original: El último arca de Noé (editorial Debate-Aguilar), del dibujante británico Mike Wilks, puede volver locos a lectores de todas las edades. A simple vista es un libro rectangular de menos de 100 páginas. Sin embargo, dentro esconde muchas horas de paciente observación y consultas zoológicas y, al final del trayecto, puede reportar un millón de pesetas.

El libro contiene una reproducción de un cuadro de Wilks en el que aparecen dibujados 707 animales. De ellos 353 tienen una pareja (una distribución igual a la que utilizó Noé en su arca para salvar a los seres vivos de la Tierra del Diluvio). Pero hay uno que aparece dibujado solo: el objetivo del juego es encontrar a ese animal, el único que no tendría una segunda oportunidad, y escribir su nombre y su sexo en un papel incluido en el libro para participar en el concurso que tiene como premio el millón de pesetas. El plazo se cierra el 1 de febrero de 1995.

Para facilitar la tarea se incluyen 16 reproducciones parciales del cuadro, 16 pistas y la descripción de todas las especies dibujadas: 22 insectos, 22 peces, 4 anfibios, 10 reptiles, 111 pájaros y 185 mamíferos. Además aparecen 16 caracoles, pero no cuentan en el resultado final. Son el animal fetiche del autor.

Puede parecer simple, pero Mike Wilks no ha estado dibujando dos años e investigando uno para plantear un enigma que se pueda resolver en 10 minutos. Wilks ha puesto en manos de los lectores un trabajo de meses.

"Tardo mucho tiempo en hacer mis cuadros y me gusta que la gente los mire atentamente, algo que rara vez se hace cuando nos encontramos ante una pintura", asegura el autor del rompecabezas desde su casa, situada en los Pirineos franceses. Esa es la idea que le hizo crear el libro-juego. El último arca de Noé no es el primero que escribe. Con su obra anterior, El último alfabeto, estuvo durante meses en las listas de libros más vendidos.

Además de desquiciar, permitir pasar un buen rato y ejercitar la mirada, este peculiar pintor, nacido en Londres en 1947, quiere que a través de esta obra los lectores vean la naturaleza de una forma diferente. "Me gustaría que la gente después de haber observado esta pintura mirase la naturaleza con ojos infantiles. Los niños observan a todos los animales con la misma atención, los adultos tienen un orden establecido cuando pasean sus ojos por el mundo exterior. Pinto todos los detalles para que sean contemplados con un espíritu de niño".

Los.detalles son, precisamente, una de las obsesiones artísticas de Wilks (que se reconoce como un gran admirador de El Bosco) y una de las numerosas trampas que contiene este libro-juego. Distinguir un elefante africano de una mariposa no parece demasiado difícil. La cosa empieza a ponerse cuesta arriba cuando llegamos a la mariposa chupaleche o podalirio y la mariposa gitana o tigre, la limonera o la vanesa.

"Además", añade Wilks, "las parejas no tienen por qué ser de la misma edad: la pareja del hombre es una niña y la de una mariposa puede ser una oruga. No basta con un vistazo: he escondido animales en las nubes, en las paredes, por todas partes".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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