La legendaria Filarmónica de Viena

Tras la Sinfónica, con sus 94 años de historia, la Filarmónica, con más de siglo y medio: dos instrumentos que junto a la ópera hacen de Viena una ciudad musical privilegiada. Y si todos los elogios resultaban parcos para los sinfónicos, se toman nimios para los filarmónicos, quienes en su nueva visita a Madrid, con Zubin Mehta al frente, han rendido al máximo, sobre todo en una versión inolvidable de la Sinfonía Doméstica, de Richard Strauss.Mehta es un artista nato y un expresivista elocuente. Tiene ahora casi 58 años, pero desde los 21 su nombre se impuso en la escena musical como el de un protagonista superdotado. Le aplaudimos en España con frecuencia, pero con los filarmónicos vieneses en sus manos logra maravillas. La obertura de Rienzi, a ratos ya wagneriana, en ocasiones bastante weberiana, sonó con plenitud y extraordinaria riqueza de matices de todo orden.

Después, la intimidad lírica de Schubert que en la Sinfonía número 6 en Do Mayor (1818), mira al pasado, al presente y al futuro, su propio futuro, pues mucho de lo que aparece en esta bella obra quedó magnificado en la otra Sinfonía en Do, la denominada grande. Pero ya en esta sexta sinfonía nos ofrece Schubert mil rincones sorprendentes desde el encanto o la gracia, si, como hicieron Melita y los filarmónicos, se sabe desentrañar los pentagramas como realidad y en cuanto símbolos.

Cuando Strauss parece haber agotado sus soluciones poemáticas, se interna por los caminos de la gran sinfonía que culminan en la Doméstica, de 1903, y en la Alpina, de 1915. No renunció el compositor, en principio, al detallismo de un programa que, como le escribe Romain Rolland en 1905, es a todas luces innecesario.

La sinfonía es una consecución formidable que a partir de un minucioso planteamiento estructural sigue un curso esplendoroso hasta alcanzar grandeza, emoción y exaltaciones sin cuento en un estallido terminal del sentir romántico.

Melita se lleva bien con la música-pasión y la Doméstica es paradigmática en este aspecto. La increíble Filarmónica tocó, como siempre, con perfección, rigor y flexible humanidad.

Slatkin, director de la NSO

Por otra parte, Leonard Slatkin, de 49 años, ha sido nombrado director de la National Symphony Orchestra (NSO), en sustitución de Mstislav Rostropovitch, de 67 años, según anunciaron ayer fuentes de la orquesta en Washington. Rostropovitch, que ha iniciado una gira de despedida, había anunciado que se retiraría a finales de esta temporada.