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MATANZA CONTRA LA PAZ

Kiryat Arba es el gran foco del radicalismo nacionalista judío en Cisjordania

En la primavera de 1968, menos de un año después de finalizada la Guerra de los Seis Días, un grupo de nacionalistas judíos religiosos, miembros de Gush Emunim (Bloque de la Fe), conducidos por el rabino Moshe Levinger, llegaron al hotel Park de Hebrón para alquilar unas habitaciones. "Sólo para unos días", dijeron. No era más que una estratagema. Se atrincheraron en el hotel y anunciaron que no saldrían a menos que el Gobierno les permitiese crear una colonia sobre una colina que domina la ciudad. Y el. Gobierno cedió.

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Así nació Kiryat Arba, una de las primeras colonias judías en la Cisjordania ocupada, llamada a convertirse en la punta de lanza del extremismo judío. Allí vivía, desde hacía 15 años, el autor de la matanza de ayer, el médico Baruch Golstein.Diez años después de la fundación de Kiryat Arba, un grupo de mujeres, entre ellas la esposa del rabino Levinger, subieron a un autobús, con sus bebés en brazos, y ocuparon por sorpresa una casa en Hebrón.

Ante este hecho consumado, el entonces primer ministro, el conservador Menájem Beguin, no hizo nada. Porque eran mujeres, porque iban con niños y porque la casa ocupada había pertenecido a una familia judía antes de la independencia de Israel.

LLegan los maridos

Luego, los maridos se unieron a sus esposas y se fueron ocupando otras casas del antiguo barrio judío. ¿Motivos? Que los judíos habían vivido durante varias generaciones en Hebrón, hasta un pogromo sangriento ocurrido en 1929. Pero los palestinos consideran que Hebrón es una ciudad islámica por antonomasia. Y tienen también razones para ello, históricas y religiosas, simbolizadas en buena parte en el escenario de la matanza de ayer, la mezquita de Abraham, Isaac y Jacob, tres profetas del islam, aunque no sólo del islam.Los espíritus pragmáticos, racionalistas, intentan llegar desde hace años, y muy especialmente desde el histórico compromiso de Washington del pasado 13 de septiembre, a compromisos que permitan la coexistencia entre los dos pueblos.

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Sin embargo, para los fanáticos nacionalistas religiosos, ya sean de Hamas, en el lado palestino, o de Gush Emunim, en el israelí, no hay acuerdo posible, o sea, concesiones recíprocas, sobre esta tierra tantas veces santa, prometida, disputada, ensangrentada.

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