El sepulcro de los ancestros
En Hebrón se combate por lo sagrado. Judíos y musulmanes se disputan allí la tumba de su común ancestro Abraham. Se matan mutuamente por sus muertos.Kiryat Arba es una colonia fortificada que, desde 1970, domina la vieja ciudad árabe de Hebrón. Habitan la colonia unas 800 familias judías llegadas desde diferentes países europeos o americanos. Piensan que la Biblia es un título de propiedad por el que Dios otorga Tierra Santa al pueblo judío. Te explican que la secular presencia árabe en Hebrón es "la de alguien que ocupa un piso vacío por viaje de su legítimo propietario. Cuando regresa el dueño, el ocupante no tiene más remedio que irse".
Los colonos de Kiryat Arba bajan a Hebrón armados hasta los dientes y protegidos por el Ejército israelí. A veces responden con sus armas de fuego a las pedradas de los chavalines árabes; a veces no. Los colonos van a rezar a la tumba de su tatarabuelo Abraham.
Apoyada en el Libro del Génesis, la tradición judía asegura que, procedente de Mesopotamia, Abraham llegó a Hebrón y allí encontró una cueva que le pareció ideal como futura sepultura de su familia. Pensaba Abraham que los restos de Adán y Eva no andaban muy lejos, así como el lugar en el, que estuvo el Edén. Los colonos de Kiryat Arba, y como ellos todos los judíos con convicciones religiosas, se creen esta historia a pie juntillas. En lo que llaman Gruta del Machpelah esperan la resurrección de los muertos los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, y sus esposas Sara, Rebeca y Leah.El problema es que, para los musulmanes, Abraham es también un gran profeta, ni más ni menos que el fundador del monoteísmo y un precursor de Mahoma. El Corán le denomina Al Jalil Ar Rahmán, el Amigo de Dios el Misericordioso. Para los musulmanes que además son árabes, Abraham no es sólo una inmensa figura religiosa, sino también un ancestro étnico. Abraham tuvo dos hijos: Isaac, del que proceden los judíos, e Ismael, el progenitor de los árabes.
Sobre el sepulcro de Abraham, venerado ya por los judíos y por los primeros cristianos, el islam construyó en el año 638 una mezquita llamada Al Haram al Ibrahim al Jalil, el Santuario de Abraham, el Amigo. Reconstruida en varias ocasiones, esa mezquita es la que los soldados israelíes conquistaron en la Guerra de los Seis Días. De inmediato, abrieron las puertas de la Gruta del Machpelah a los judíos, que las tenían cerradas desde 1267.
No hay peores contiendas que las familiares. El santuario de los patriarcas bíblicos es uno de los lugares más explosivos del planeta. Un extremista judío asesinó ayer a decenas de musulmanes que participaban allí en la oración del viernes. También podría haber sido al revés. En los últimos lustros las dos comunidades, que comparten el sagrado recinto, se miran por el rabillo de ojos asesinos.
Sigue siendo la mezquita de propiedad musulmana, pero son los soldados israelíes los que la custodian y los que regulan el acceso al mausóleo de Abraham de judíos y musulmanes. A unos les tocan unas horas; a otros, las restantes. Los judíos entran por una puerta; los musulmanes, por otra. La tensión es feroz los viernes y sábados. Los viernes reza allí una muchedumbre musulmana; los colonos de Kiryat, Arba acuden masivamente los sábados.
La de ayer no es la primera gran matanza en Hebrón en lo que va de siglo. En 1929, los árabes, indignados por el desarrollo del sionismo en el seno de Palestina, exterminaron a 67 miembros de la vieja comunidad judía de Hebrón. Los judíos no lo han olvidado. Como nunca olvidarán los musulmanes la matanza del último viernes de febrero de 1994. Las cosas pueden seguir así hasta la resurrección de Abraham.
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