La Cuba topica
La forma sectaria o estereotipada con la que se vienen enjuiciando muchos hechos relevantes de nuestro tiempo constituye un material harto deleznable para construir una verídica historia. Tanto la derecha como la izquierda mezclan a menudo el análisis objetivo con sus familiares iconografías. La intelligentsia, foránea o doméstica, se empeñó en situar el paraíso terrenal del proletariado entre los Urales y el paralelo 20, a tomar el Libro Rojo de Mao por la feliz coyunda de la Biblia y una enciclopedia de artes y oficios o a cantar a los jemeres rojos como una especie de mezcla de boy scout y colono amish en lucha contra el maquinismo y el Satán norteamericano.En el caso de Cuba sucede tres cuartos de lo mismo, aunque la decepción por la diferencia entre la revolución cantada y la amarga realidad sea más dolorosa por la indudable fascinación que hace más de treinta años nos produjo aquel limpio levantamiento de un pueblo contra una dictadura cruel y corrupta. Como sucedió otrora con el caso del socialismo real, que los pocos intelectuales que se atrevieron a denunciar las lacras del régimen marxista fueron denigrados y descritos como Iacayos del imperialismo", los encontrados juicios políticos que se han venido vertiendo sobre Cuba y su régimen también han producido un foso en los intelectuales de América Latina que corta en dos el panorama de su cultura, enfrentamientos que, por cierto, han tenido a menudo las páginas de este mismo periódico como palestra.
Que el gran público haya olvidado más o menos lo que realmente sucedió en Cuba entre 1959 y 1961 es explicable, pero no lo es tanto que escritores y comentaristas políticos traduzcan su legítima simpatía por el régimen cubano con figuras retóricas triunfalistas que enmascaran la realidad de los hechos o que nos los presenten con estereotipos manidos que una asidua asistencia a las hemerotecas y a datos económicos que se publican periódicamente hubiera evitado.
El giro copernicano que para la economía cubana representó el echarse en brazos de la URSS y países satélites se sigue explicando como consecuencia ineluctable de la agresión norte americana contra el régimen cubano. En un amplio reportaje sobre Cuba, por ejemplo, aparecido en la revista Cambio 16 (9 de febrero de 1989), Antonio Caballero, colaborador de la misma, dice: "... el Gobierno norteamericano reaccionó con el bloqueo económico, primero, el aislamiento diplomático y la invasión a continuación, con lo cual la revolución cubana, local y nacionalista, se vio empujada hacia los brazos de la Unión Soviética". Resulta dificilmente comprensible que esta "falacia histórica" -así la denomina Hugh Thomas en el libro La re volución cubana 25 años des pués, página 29- sea machaco namente repetida por comenta ristas y escritores cuando un so mero análisis cronológico de los hechos acaecidos en Cuba des de primeros de 1959 hasta fina les de 1960 nos daría la clave del comportamiento político de Fidel Castro. Bien es verdad que la especulación en vacío es menos fatigosa que la labor de hemeroteca.
El 8 de enero de 1959 el Gobierno de Estados Unidos reconoció al nuevo régimen cubano, y unos días después, el 18, varias empresas norteamericanas -entre ellas, la United Fruits Co- adelantaron a Castro un millón y medio de dólares a cuenta de la zafra. En virtud de la Sugar Act vigente en estas fechas, Norteamérica adquiría anualmente 3.500.000 toneladas de azúcar cubano al precio de 5,36 centavos la libra, precio superior en más del doble al de mercado. En abril del mismo año, Castro fue a Washington en busca de ayuda económica, pero a renglón seguido, el 18 de mayo, se aprueba la Ley de Reforma Agraria, y unos días después Castro decide la incautacíón de las empresas azucareras extranjeras. En julio de 1959 se llevó a la práctica la primera incautación de empresas agrícolas norteamericanas, y en algo más de un año se nacionalizó toda la riqueza cubana: empresas azucareras, refinerías de petróleo, propiedad inmobiliaria, industria tabaquera, teléfonos, electricidad, enseñanza, prensa y bancos. Es de una ingenuidad supina creer que Castro cruzó este Rubicón sin retorno con las espaldas descubiertas y pensando que su desaflo económico a Estados Unidos -las nacionalizaciones- y el político -intentos de invasión de Panamá, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Costa Ricaiban a quedar sin respuesta. Efectivamente, el 12 de agosto de 1959 la URSS inició sus compras de azúcar a Cuba -170.000 toneladas al precio de 2,58 centavos la libra-, y en unos meses todos los países socialistas del Este comerciaban con Castro. Sin embargo, Estados Unidos no canceló sus compras a Cuba hasta el 31 de diciembre de 1960.
El otro gran tópico sobre el régimen cubano es el del embargo comercial que Estados Unidos impuso a Cuba desde 1962, embargo mal llamado "bloqueo" por los simpatizantes del régimen castrista. Es de suponer que el empleo de este término, con sus resonancias bélicas y de rendición por hambre, ha sido escogido conscientemente tanto para difuminar la responsabilidad del Gobierno de Cuba en la desastrosa actuación actual como para exhibir el antinorteamericanismo al uso. Hay incluso quien habla de "genocidio" del pueblo cubano mediante el bloqueo (Haro Tecglen, en su columna de EL PAÍS del 16 de junio de 1993).
Si fácil era rastrear los ver.daderos móviles de Fidel Castro en su entrega a la URSS, más lo es darse cuenta del real alcance de este supuesto bloqueo. Basta molestarse un poco y consultar nuestro Anuario estadístico de aduanas del comercio exterior y el del internacional, que edita el FMI, molestia que, supongo, nunca se tomó Mario Benedetti o Günter Grass.
Cuba adquirió en España en 1992 mercancías por un valor de 20.752 millones de pesetas. Sus compras comprenden unos 700 artículos, alimentos, medicinas, productos químicos, materiales de construcción, motores, embarcaciones, papel, vidrio, maquinaria, etcétera. Las importaciones cubanas procedentes de otros países, en el mismo año 1992, según consta en la Estadística de comercio internacional antes citada, alcanzaron una cifra de 2.018 millones de dólares (unos 280.000 millones de pesetas). Cuba, pues, comercia con unos 70 países, siendo sus proveedores más importantes Canadá, España, China, Francia, Alemania, Argentina, México, Venezuela y Brasil. Extraño bloqueo éste verdaderamente.
El embargo comercial de Estados Unidos se limita al movimiento de mercancías entre este país y Cuba, si bien Norteamérica hace lo posible por dificultar el comercio cubano con otros países. A pesar de ello, de la Ley Torricelli y de las amenazas a los barcos que tocan en puertos cubanos, Cuba siempre podría obtener todos los suministros que necesitase si tuviese divisas. Por supuesto, este embargo ha producido cuantiosas pérdidas a Cuba, y, además, es una medida, aparte de inútil, cruel, injusta y contraria a los más elementales principios de las relaciones internacionales.
Finalmente, hay otro tópico, aunque éste lo sea a medias. Nadie puede negar los grandes logros de Cuba en sanidad y educación, logros que la ponen a la cabeza de los países de América Latina, pero ¿qué otra nación suramericana pudo disponer en propiedad de su riqueza total y gozar durante decenios de una subvención de 5.000 millones de dólares anuales?
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