Empieza el juicio a los médicos que trasplantaron órganos con cáncer
El juzgado de lo Penal número 1 de Cádiz abre hoy la vista oral por el llamado caso del Trasplante mortal, una historia médica que conmocionó a la sociedad andaluza en el año 1988 y que tuvo como consecuencia la muerte de dos personas, ambos enfermos renales, a quienes les fueron implantados dos riñones procedentes de una donante que murió enferma de cáncer.Al juicio acuden como acusados cuatro facultativos, responsables de los servicios de Nefrología y Urología de dos hospitales públicos de las ciudades de Cádiz y Sevilla, donde se realizaron los trasplantes de riñón a Manuel Mejías Tocino, un albañil de Puerto Real (Cádiz), y al ingeniero Miguel Barrio Barrio, de Sevilla.
Miguel Rivero Sánchez y Julián Flores Ginés, jefes de los servicios de Nefrología y Urología, respectivamente, del Hospital Puerta del Mar de Cádiz, y Julián Mateos Aguilar, jefe del servicio de Nefrología, y Gabriel Rodríguez Algarra, médico adjunto entonces de ese servicio en la Ciudad Sanitaria Virgen del Rocío de Sevilla, se enfrentan a una petición de condena de cuatro años, dos meses y un día de prisión menor, y a indemnizaciones que oscilan desde los 20 a los 80 millones de pesetas, según la petición del fiscal o de la acusación particular, respectivamente.
Los cuatro facultativos que se sientan desde hoy en el banquillo son acusados de un delito de imprudencia temeraria profesional con resultado de muerte.
La historia del trasplante mortal comenzó el 15 de marzo de 1987 cuando M. C., de 27 años, ingresó en urgencias del Hospital de la Seguridad Social de Cádiz y falleció a consecuencia de una hemorragia cerebral, sin que en ningún momento los facultativos averiguaran, conocieran o investigaran el origen real de la enfermedad de esta mujer, intervenida con anterioridad de un tumor maligno y diagnosticada años antes de realizarse el trasplante de un coriocarcinoma de útero y ovarios. La defensa pide la absolución de los cuatro facultativos.
