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La mordaza de oro

"No me juzgen como un criminal. Soy inocente", proclamaba Michael Jackson el pasado 22 de diciembre en la cadena de televisión CNN. Un mes más tarde, compra el silencio del niño de 14 años que le acusa de abusos sexuales, para evitar el juicio del 31 de marzo. Vestido con una cazadora adornada con un bordado, de Peter Pan, Michael Jackson se ha encontrado, de la noche a la mañana, zarandeado por ese mundo adulto del que ha intentado huir desde su nacimiento, el 29 de agosto de 1958."La industria del ocio está tan cargada de abogados, que sufrir una querella por algo que no has hecho es una parte del proceso de iniciación", declaró el artista hace meses. El viaje iniciático fuera de su torre de marfil empapelada de dólares, ha demostrado que el intentar venderse como un Peter Pan sin Wendy no equivale a ser memo. El 25 de noviembre, en pleno escándalo, cedía a la EMI la administración de su catálogo de ediciones musicales ATV, en el que se encuentran canciones de los Beatles, Elvis Presley, Little Richard y UB40, entre otros. La MJJ Enterprises (es decir, Michael Jackson) recibió a cambio 13.500 millones de pesetas. Poco para alguien acostumbrado a ser moneda de cambio desde niño.

Más información
Michael Jackson compra por 1.400 millones de pesetas el silencio del menor que le acusaba

El benjamín

Bajo la vigilancia de su madre Katherine, Michael Jackion ya ensayaba a los cinco años los pasos de baile que sus hermanos Jackie, Tito y Germaine realizaban en público. Aprendió deprisa porque un año más tarde se incorporó al grupo junto a su hermaho Marlon. En 1963, Michael era el benjamín de los Jackson 5; tenía seis años.Todo el mundo fijó su mirada en aquel chaval, y su padre lo cuidó como una mina: trabajo duro, mano rápida y rentabilidad máxima. Montó una sala de ensayos en casa para evitar el contacto con el exterior, y sus únicas salidas fuera de aquella cárcel camuflada de casa de muñecas eran para cantar y volver con los bolsillos calientes.

En 1975, Michael Jackson firmó un contrato en solitario con unos derechos muy superiores al 2,7% con el que timaban a sus hermanos. Desde entonces, bailó al son de cifras con diez dígitos. En 1979, su reunión con Quincy Jones para grabar Of the wall aumentó aún más su cotización con 10 millones de discos vendidos, cantidad que se elevó al cuadrado en 1983 por el conjunto de su obra.

Y llegó la compra de la ATV por 5.000 millones; los contratos con la Pepsi por 500 (después se aumentó a 1.500); los derechos discográficos por 6.000; un contrato con la casa Sony por 8.400... Son cifras habituales para un artista que no subía a un escenario por menos de 100 millones; cantidades ridículas para quien puede pagar 1.400 por una mordaza de oro.

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