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El 'Concierto urgente' recoge el espiritu de los 70

5.000 personas asisten en Madrid al festival en solidaridad con los indios colombianos

Aunque no se llenó el Palacio de Deportes de Madrid, el Concierto urgente, celebrado, anoche con el fin de recoger fondos para solucionar necesidades inmediatas de los indígenas de la Amazonia colombiana, fue un éxito. Veinte artistas actuaron desinteresadamente, asistieron 5.000 personas y se recaudaron 10 millones de pesetas, que irán destinados a reparar techos de escuelas, comprar bombas de agua y construir molinos de arroz. Una iniciativa que comenzó en Colombia, y que en Madrid recuperó un espíritu solidario casi olvidado desde los años setenta.

A finales de septiembre de 1993, un grupo de artistas ofreció dos recitales en Bogotá y Medellín, organizados por la Fundación de los Pueblos Indígenas de Iberoamérica para apoyar los procesos de autodesarrollo de las comunidades indias. El Concierto urgente celebrado anoche en Madrid es la continuación de esta iniciativa.Ante un público multigeneracional, sosegado y consciente de los objetivos del festival, abrió la noche el actor Juan Diego, que lo definió como "un acto solidario y responsable con nuestros hermanos de Iberoamérica". El escritor José Agustín Goytisolo, una de las almas del proyecto, recitó un poema inédito: Indios americanos ("Supe el dolor de pueblos sin aurora. Alcancé el corazón; sentí la tierra"). Y tras las palabras de Sergio Parra, representante de los pueblos indígenas, que habló de "problemas graves" de violación de derechos humanos en Colombia, la música se adueñó del recinto.

Todo transcurrió de manera rápida. Cada artista dos canciones y paso al siguiente. La colombiana Ángela cantó a ritmo de bambuco, Carlos Cruz, por soleá, José Manuel Soto llegó desde Sevilla y algunos incomprensibles silbidos iniciales se trocaron en aplausos cuando terminó su Tormenta de verano. La noche comenzó a caldearse cuando apareció Santiago Auserón.

"Aquí se presenta humildemente Juan Perro, que en su día fue el vaquero temerario", dijo antes de presentar a un Agustín Carbonell El Bola vestido de chulapo, al que definió como indígena de Lavapiés. Interpretó temas de su nuevo repertorio y el calor subió con Carlos Cano -presentado con un recuerdo a Miguel de Molina-, que se movió entre la copla y la habanera. Después llegó Antonio Malevaje Bartrina, que se atrevió con el mítico Cambalache, para recordar que "el que no llora no mama, y el que no mama es un gil". Y apareció Paco Ibáñez, "un hombre que nunca pasará porque no es una moda", dijeron a modo de presentación.

La ovación fue de gala. Con su tenue voz, interpretó a García Lorca, recordó a lobitos buenos, príncipes malos, brujas hermosas y piratas honrados, en ese sueño al revés de José Agustín Goytisolo. Terminó acompañando con la guitarra la impresionante voz de Mercedes Sosa en Palabras para Julia. Y cuando se quiso ir -no había posibilidad de bises-, aquello casi acaba en problema. El pobre Paco Rabal, que apareció a continuación, no sabía si le aclamaban a él o a su tocayo, y ya se preparaba para hacer mutis cuando el público comprendió y le ovacionó con cariño cuando recitó a Alberti y a Miguel Hemández.

Después cantó Georges Moustaki, que llegó de París, y Soledad Bravo, que lo hizo desde Caracas, para conseguir otra gran ovación cuando recordó a Chiapas con una ranchera. Y Chiapas estuvo en boca de Joaquín Sabina -que se escapó del estudio de grabación donde trabaja en su disco y tuvo el detalle de estrenar una canción- y también en la de Luis Eduardo Aute, que evocó de nuevo Cambalache con letra propia ("El cohecho por derecho y por la santa comisión").

Manolo García apareció sin el amparo de El último de la Fila para recrear a Triana y al mexicano Álvaro Carrillo. Jesús H. Cifuentes, que tampoco estuvo protegido por sus Celtas Cortos, afirmó en frase ajena que "la solidaridad es la ternura de los pueblos" y puso el punto más joven con su Tranquilo majete. El final estuvo a cargo de un chavalín flamenco como el que más, que se apuntó a última hora y tomó el lugar de un Enrique Morente griposo. Fue el cierre de la noche solidaria, como en aquellos 70 que ha recuperado este Concierto urgente, que continuará el mes de marzo en Bogotá.

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