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Clinton busca recuperar un año de 'ausencia' en Europa

Antonio Caño

En ocho días de intensa actividad, durante los que se entrevistará al menos pon 23 jefes de Estado y de Gobierno europeos, el presidente norteamericano, Bill Clinton, intentará recuperar en este continente, hasta ahora esencial para los intereses de Estados Unidos, todo el terreno perdido en un año completo de gestión dominada por los problemas internos y por el repliegue norteamericano en los principales conflictos internacionales del momento actual.

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Clinton llega a Europa con los únicos elementos a favor de la expectación que su propia figura despierta y, sin duda, la influencia que su país sigue ejerciendo en todos los órdenes. Todo lo demás está en contra. Europa se encuentra en un delicado momento de transición para adaptarse a las necesidades de la postguerra fría. Rotas las fronteras tradicionales, toca ahora decidir dónde se establece la nueva frontera entre el Este y el Oeste, y en qué condiciones. La guerra en la. antigua Yugoslavia ha demostrado la fragilidad de las estructuras defensivas europeas para afrontar las crisis internas de los países del área. La fulgurante aparición del ultranacionalista VIadímir Zhirinovski simboliza toda la incertidumbre ligada al proceso de reformas en Rusia, y un conjunto de reivindicaciones nacionalistas, a veces con orientación extremista, amenazan la estabilidad del final del siglo.Es, en resumen, una Europa que reclama más que nunca de un firme liderazgo estadounidense , con capacidad dé unificar y de ofrecer soluciones. Lejos de encontrar eso, lo que los países europeos han visto en el primer año de presidencia de Clinton es una Administración volcada en aplicar su consigna de "Estados Unidos, primero",y que ha dirigido sus primeros esfuerzos de política exterior hacia Asia y su vecino México.

Bill Clinton, cuya único antecedente político relevante es el de Gobernador de Arkansas, carece hasta ahora de la visión universal que caracterizó a anteriores presidentes norteamericanos, y ni siquiera posee esa inclinación personal hacia las relaciones internacionales que demostró su antecesor, George Bush.

Las condiciones en las que Clinton llegó a la Casa Blanca tampoco favorecen la extensión internacional de su trabajo. Sumido en una considerable crisis económica y en la reorganización de sus recursos particulares acorde a los nuevos tiempos, Estados Unidos reconoce hoy fácilmente su incapacidad para ser el policía del mundo. En Europa, dentro de dos años sólo quedarán 100.000 soldados norteamericanos, una tercera parte de los que había hasta 1988.El hecho de que Clinton haya tardado un año entero en organizar un primer viaje a Europa demuestra la mayor pasividad con la que Washington afronta ahora los problemas del Viejo Continente. Más contundente aún es el hecho de que, por primera vez en las últimas décadas, Estados Unidos ha renunciado a involucrarse en una seria amenaza para la seguridad europea, como es el conflicto en los Balcanes.

Clinton viene a Europa a desmentir todo lo anterior y a reafirmar su compromiso en la seguridad del continente. Su éxito dependerá de que logre o no convencer de ello a los dirigentes europeos.

Las escalas de la gira están bien elegidas para subrayar los aspectos de mayor interés norteamericano en la región: Bruselas (reunión con los socios. de la OTAN, los viejos y más fieles aliados de la Europa Occidental), Praga (una distinción para la brillante transición a la democracia de la República Checa y de sus vecinos Eslovaquia, Polonia y Hungría, y al mismo tiempo un intento de calmar los miedos que despiertan en esos países los acontecimientos en Rusia), Moscú (elemento clave de la política de seguridad en Europa) y Minsk (una oportunidad de abrazar en Bielorrusia al único Gobierno de la antigua URSS que ha renunciado ya a las armas nucleares). La gira se extenderá con una escala en Ginebra, donde Clinton sostendrá una entrevista con el presidente de Siria, Hafez el Asad.

La mayor novedad que el discurso norteamericano pretende aportar a Europa en esta gira es la de la integración europea, incluyendo en el concepto a los países, del Este y también a Rusia. Washington considera que no es conveniente condenar a Rusia a ser el enemigo permanente de Europa, y por eso se niega a ampliar la OTAN de una forma que Moscú pudiera. entender como amenazante. Para Estados Unidos la mejor fórmula de seguridad de Europa no es el crecimiento de la OTAN sino el fortalecimiento de las estructuras democráticas en Rusia, entendiendo eso también como un estímulo para una mayor ayuda económica a ese país.

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