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Delors saca adelante su gran plan de obras públicas

Los Doce confían a los ministros de Economía la decisión sobre la emisión de obligaciones de la Unión

Lluís Bassets

Jacques Delors se salió con la suya, aunque sólo a medias. El Consejo Europeo acogió muy positivamente su Libro Blanco sobre el crecimiento, la competitividad y el empleo, y, más en concreto, su abanico de ideas para crear empleo en un mercado más ágil y flexible, así como su colosal proyecto de infraestructuras destinado a conectar, mediante una red de trenes rápidos y autopistas, gas y electricidad, Ias llanuras de Rusia con las costas mediterráneas o atlánticas. Pero no obtuvo el mismo consenso su idea de un enorme empréstito en obligaciones de la Unión Europea (8.000 millones de ecus al año 1,2 billones de pesetas), que ha sido remitido para su estudio a los ministros de Economía, que en esta cumbre se han sentido puenteados por Delors.

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El presidente de la Comisión consiguió, sin embargo, una victoria psicológica mucho más importante: los dirigentes más poderosos de Europa han consagrado una jornada entera a discutir cómo crear empleos y frenar el paro. Delors es quien les ha permitido ofrecer una imagen de políticos responsables preocupados por el principal problema que atormenta a nuestras sociedades, en vez de las incomprensibles y bizantinas cuestiones institucionales que suelen ocupar a las instituciones europeas.Delors hizo su habitual despliegue de fuerza de convicción ante los primeros ministros. El Libro Blanco, según dijo, ha sido ampliamente consultado: dos debates en el Parlamento Europeo; una reunión del diálogo social europeo (sindicatos y patronales), y dos consejos de ministros de Economía lo han abordado, incluidas las cuestiones polémicas, como el plan de infraestructuras y el empréstito de obligaciones europeas. No hay razón pues, según Delors, para que alguien se sienta puenteado y ofendido como parece haber sido el caso de los ministros de Economía.

Delors respondió también a los argumentos que consideran la idea de las obligaciones como un reforzamiento de los poderes de la Comisión Europea. Será el Consejo Europeo quien decidirá, actuarán los operadores públicos y privados (los constructores y los explotadores de las infraestructuras) y el financiador será el mercado. La Comisión será un puro intermediario y un elemento auxiliar. También las decisiones sobre las grandes redes de infraestructuras escapan a decisiones de la Comisión, según Delors. Los esquemas directores, la declaración de utilidad europea y los estudios de viabilidad deben ser aprobados por el Consejo de Ministros y en ningún caso por la Comisión.

Ni uno sólo de los doce primeros ministros y del único Jefe de Estado (François Mitterrand) contradijo a Delors sobre la necesidad del magno plan de infraestructuras. El presiden francés fue el más entusiasta defensor del plan y propuso, incluso, una toma de decisiones inmediata, con presencia de los ministros de Exteriores, en vez de una remisión al estudio posterior de los titulares de Economía. En oposición diametralmente opuesta se situó el primer ministro británico, John Major, quien puso en duda la validez de la idea de empréstito, pero no la del plan de Major pidió, además, que no cifre el objetivo de reducción del paro (15 millones de empleos de aquí al 2000) para no crear más frustración.

Entre los más entusiastas con las ideas de Delors se contó al presidente del Gobierno español Felipe González, que felicitó a la Comisión por su diagnóstico y plan de acción. González denunció como "falsas soluciones" a la crisis el aumento del proteccionismo, el incremento de la presión fiscal y la reducción generalizada del tiempo de trabajo. Aseguró, sin embargo, que debe discutirse más los instrumentos financieros para los planes de infraestructuras.

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El militante más activo contra el Libro Blanco fue el ministro de Economía británico, Kenneth Clarke, que aprovechó el deba de ayer por la tarde sobre orientaciones de política económica de la UE para arremeter una vez más contra la propuesta de empréstito europeo, contra la tasa sobre el anhídrido carbónico y contra la idea misma del plan de infraestructuras. No sucedió lo mismo con el ministro de Economía alemán, Theo Wagel, de quien Delors temía también algún arañazo.

Aunque los ministros de Economía fueron puenteados por Delors, el margen de decisión que han dejado los primeros ministros en sus manos les permitirá el lunes próximo empezar a aguar el vino de Delors, tal como sucediera, ahora hace exactamente un año, a partir de la cumbre de Edimburgo, con la Iniciativa de Crecimiento para Europa, antecedente del plan de inversiones presentado ayer.

A la sombra del GATT

Los sherpas que han desbrozado el camino de la Cumbre han tenido buen cuidado en evitar que alguno de los numerosos problemas espinosos se sitúe en el centro de la reunión. No hay ningún mensaje más negativo para los ciudadanos europeos que el espectáculo de una pelea descomunal entre los Doce por un reparto del pastel económico. La negociación de la Ronda Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), que se halla en una delicada y esperanzadora recta final, ni tan siquiera estuvo en el orden del día de la Cumbre. Fueron los ministros de Exteriores quienes despacharon discretamente con el corsario y negociador europeo, Leon Brittan, ayer por la noche, en la cena que les reunió en un grupo separado de los primeros ministros.Los primeros espadas realizaron sólo incursiones esporádicas en la negociación del GATT durante la mañana, con motivo de la discusión del Libro Blanco sobre el Crecimiento, la Competitividad y el Empleo. El portugués Anibal Cavaco Silva, por ejemplo, defendió la necesidad de que la UE se dote de unas armas de defensa comerciales adecuadas ante la terminación de la Ronda Uruguay.

Otras intervenciones se refirieron a la Ronda en idéntica dirección a como se trata en el Libro Blanco, en tanto que incentivador de la actividad económica y del crecimiento. El danés Poul Nyrup Rasmussen, en cambio, minimizó los efectos de euforia económica que podía producir la liberalización en la UE, donde el 90 % de las mercancías las absorbe el Mercado Interior europeo.

El objetivo tanto de la Comisión Euopea como de los sherpas gubernamentales era evitar que los espinos del GATT pincharan la Cumbre y así ha sido hasta ahora. El reparto interior de las compensaciones y del gasto por el acuerdo agrícola será tratado en un Consejo de Ministros de Asuntos generales (Exteriores) después de la Cumbre y en otro de Agricultura la semana próxima. No ha habido así peleas poco ejemplares por los 3.000 millones de ecus (450.000 millones de pesetas) que va a costar el arreglo final del GATT.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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