El catedrático se soltó el pelo
Rafael Caldera, que cumplirá 78 años el próximo 24 de enero, dos semanas antes de tomar posesión, por segunda vez en su vida, de la presidencia de Venezuela, no se despeina jamás porque se siente orgulloso del "poquito pelo" que le queda. Pero en una ocasión se soltó el pelo en un programa de televisión, para desmentir a quienes le acusaban de usar gomina.A Caldera le gusta jugar al dominó y los tangos de Carlos Gardel, incluso no vacila en reconocer que a veces los tararea. Esto no encaja con su aire circunspecto y el tono solemne de catedrático de universidad de los de antes, que no tiene nada que ver con el estilo confiado, desenfadado y caribeño de la mayoría de sus compatriotas. Se transforma, sin embargo, Caldera cuando se sube a una tribuna y saca a relucir sus dotes de gran orador, de político de vieja escuela.
Huérfano de madre desde que tenía dos años, su padre le entregó a unos tíos que no tenían hijos y Caldera dice que nunca le faltó cariño. Estudió bachillerato en un colegio de jesuitas en Caracas y se licenció en Derecho en la Universidad Central de Venezuela en 1931. Después vino el doctorado, summa qum laude, en Ciencias Políticas.
Fundador
Compaginó la carrera académica con la política y llegó a ser catedrático de Derecho del Trabajo y Sociología, al mismo tiempo que fundaba el partido democristiano Copei. Eran los tiempos de predominio de los adecos, con los que llegó a intercambiarse incluso alguna trompada en enfrentamientos estudiantiles.En 1947, con 21 años, Caldera disputó por primera vez la presidencia al candidato adeco, el escritor Rómulo Gallegos, quien ganó un cargo que sólo duró unos meses. Gallegos fue derrocado por un golpe militar que degeneró en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hoy exiliado en España. Caldera tuvo que exiliarse, hasta que el 23 de enero de 1958 cayó la dictadura. Perdió de nuevo las elecciones de 1959 y 1964 contra los adecos Rómulo Betancour y Raúl Leoni. En 1968 ganó por fin al adeco Gonzalo Barrios por apenas 30.000 votos.
Durante su presidencia se logró la pacificación del país y la incorporación a la vida política de muchos de los guerrilleros que ahora han apoyado su candidatura, como varios dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS), que en los sesenta estaban alzados por los montes de Venezuela con el apoyo de Cuba. Dejó la presidencia, cosa casi insólita en la reciente historia del país, sin fama de ladrón.
Tiene Caldera esposa, seis hijos y diez nietos que no le llaman abuelito, sino simplemente Caldera. Católico practicante, esta imagen honesta y familiar le supuso sin duda un buen caudal de votos.
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