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Una atípica función de romanos inaugura hoy la temporada de ópera de La Scala de Milán

'La vestale', de Gaspare Spontini, no se reponía desde que la cantó en 1954 la Callas

Soldados, sacerdotes, columnas y frisos que dejarán entrever el Capitolio y el Palatino bajo los estereotipos de la iconografía neoclásica llenarán hoy el mágico escenario de La Scala de Milán, la catedral mundial de la ópera, para inaugurar la primera temporada lírica de la ciudad tras la conquista de su Ayuntamiento por la Liga Norte, una formación que precisamente contesta la supremacía política de Roma. La función es la más atípica de las últimas décadas: será cantada en francés por un reparto que no incluye grandes figuras esta Vestale de Gaspare Spontini, una obra estrenada en 1807, sin que pueda afirmarse que haya conocido el éxito, al menos hasta ahora.

Pero la atipicidad de esta prima no ha hecho sino aumentar la curiosidad por las razones que han movido al maestro Riccardo Muti, director musical de la Scala, a elegir La vestale para una velada inaugural que siempre tiene una lectura mucho más amplia que la estrictamente musical.La apertura de la temporada de la Scala no sólo es el primer acontecimiento social y mundano de toda Italia. Ha sido siempre también la cita anual que da el pulso y el momento vital de la capital económica del país. En ese contexto, ya se ha señalado en los diarios que en 1954, cuando La vestale se representó por última vez en La Scala, la ciudad vivía todo el auge de la posguerra, que anunciaba la increíble prosperidad de los años sesenta, mientras que ahora, Milán se ve diezmada por la corrupción, la crisis económica y, sobre todo, por una incertidumbre sobre su propio futuro.

La función de hace 39 años, también una prima, celebrada, como siempre, el 7 de diciembre, día de san Ambrosio, patrono de la ciudad, fue dirigida en el aspecto escénico por Luchino Visconti e interpretada por María Callas, en el mejor momento de su carrera. La dirección escénica de la función de hoy será de Liliana Cavan¡, y la soprano Karen Hufstodt interpretará el papel de Julia, al frente de un reparto en el que también figuran la mezzosoprano Maria Dragoni y el tenor Dimitri Kavrakos. Se dice que la La vestale de la Callas fue innovadora, revolucionaria, y que, en cambio, Muti pretende llevar la función de hoy por la vía conservadora de la reconstrucción filológica. Musicalmente, La vestale corresponde a un momento clave de la historia de la ópera, el tránsito del neoclasicismo hacia el romanticismo, y es claro que este drama de amor entre la sacerdotisa y el soldado inicia la línea que seguirá con la Norma de Vincenzo Bellini y culminará con la Aida verdiana.

Pero el problema es que, en su Vestale, apenas se encuentra un aria de verdadero carácter (Toi que j'implore) y otro tema lírico (O des infortunés déesse) capaces de esbozar el denso pathos individualista e intimista que estaba a punto de apoderarse de los escenarios de ópera, barriendo el formalismo de Spontini. En casi toda La vestale, pese a sus rasgos de ingenio y a su buena construcción, pesa en demasía un neoclasicismo de ocasión que huele a corona de laurel prefabricada para santificar las cabezas culturalmente huecas de una clase emergente que acababa de conquistar brillantes y sedas arrastrando pesadas botas por campos de guerra.

Spontini fue, en efecto, el músico de corte de Napoleón y, sobre todo, de la emperatriz Josefina, para la que compuso esta ópera. Pero los gustos napoleónicos explican, sobre todo, que la partitura de La vestale esté recorrida, incluso en los pasajes amorosos, por suficientes acentos de marcha militar como para destrozar las cervicales.

Circunstancias al margen, parece evidente que Spontini, nacido en la región de Marca, no tuvo la inspiración de Christoph Willibald Gluck, cuyo modelo de ópera clásica seguía, ni la espontaneidad melódica que Luigi Cherubini había lanzado en París, menos de una década antes, con su Medea.

Queda el hecho histórico de que Napoleón fue él primero que unificó, al menos durante dos lustros, todo el norte de Italia. Pero no es, ni mucho menos, seguro que, programando esta Vestale, Riccardo Muti, napolitano devoto casado con una septentrional de Rávena, haya querido lanzar ningún tipo de mensaje subliminal al nuevo alcalde de la Liga Norte. Muti tampoco podía haber elegido I lombardi, que, sin duda, hubiera halagado más a estos nuevos cruzados de la Italia federalista y de la Milán -capital de Lombardía-, casi separatista, porque la obra de Verdi ya inauguró una de las últimas temporadas de la pasada década.

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