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El entorno del Ródano y el litoral catalán son las zonas más contaminadas del Mediterráneo

No hay especies mediterráneas en peligro de extinción, según diversos expertos

El Mediterráneo no ha muerto ni es un mar moribundo, según han coincidido en afirmar todos los participantes en un simposio sobre la situación del mismo. El estado en que se encuentran sus aguas, espe cialmente las costeras, no es irreversible. Los principales problemas se derivan de los vertidos procedentes de las cuencas industriales, especialmente la del Ródano y la de los ríos catalanes, y de la abundancia de población: 300 millones de personas se agolpan en el litoral. Hasta el momento, sin embargo, cada vez que se ha iniciado un proyecto de recuperación de diversas especies de fauna o flora del ecosistema en algún punto el éxito ha acompañado al proyecto.

Ecologistas, ecólogos, biólogos y otros expertos en el ecosistema mediterráneo le han tomado el pulso al Mare Nostrum en las jornadas La costa mediterránea. Un litoral en crisis, que se han celebrado esta semana en la Universidad Pompeu Fabra y el Museo de la Ciencia, en Barcelona, y que hoy y mañana continúan en Nápoles, dentro de la Semana Europea de la Cultura Científica.La amenaza más grave que se cierne en la actualidad sobre el Mediterráneo es el aumento de la población. Actualmente viven en el litoral Mediterráneo "más de 300 millones de personas, cifra que posiblemente se duplicará de aquí al año 2010", según el profesor de Economía Urbana y Regional de la Universidad de Barcelona Joan Alemany, que prevé también "una duplicación del turismo en el Mediterráneo".

Litoral

Los contaminantes se concentran prácticamente en su totalidad en el litoral (donde se acumulan el 90% de sustancias tóxicas), con zonas de intensa contaminación como la plataforma marina de Barcelona y el delta del Ródano. En este segundo caso, la contaminación afecta a una zona de 640 kilómetros que se expande a partir de la desembocadura del río. La segunda de las áreas marinas afectadas tiene una extensión aproximada de 112 kilómetros y se halla en torno a la ciudad de Barcelona. Sin embargo, también en mar abierto se pueden detectar, aunque en una concentración mucho menor, sustancias tóxicas, producto de la contaminación atmosférica, que son depositadas en el mar.El director general de Investigación de la Generalitat, Joan Albaigés, afirma que anualmente se vierten en el Mediteráneo, 2.077 toneladas de hidrocarburos, 2.063 kilos de policlorobifenilos (PCB), 1.830 kilos de DDT y 176 kilos de hexaclorobenzenos (HCB), además de metales como el mercurio y el cadmio, y residuos sintéticos.

No todas estos contaminantes presentan los mismos índices de peligrosidad. Joan Albaigés explica que "en ningún caso el vertido de hidrocarburos en el mar provoca una situación irreversible, y finalmente son asimilados".

Otro gran problema que afecta al ecosistema mediterráneo es el vertido de nitrógeno y fósforo procedentes de las aguas residuales urbanas, que provocan una enorme proliferación de algas y fitoplaricton en la superficie marina. En determinados casos, ello puede producir una alteración del ecosistema debido a la falta de oxígeno en las capas inferiores provocada por la abundancia de las algas en la superficie. Desde 1988, extensas zonas del Adriático norte se han cubierto de grandes cantidades de polisacáridos (azúcares), lo que ha causado graves problemas a la pesca y al turismo, sin que todavía se tenga una explicación plausible de dicho fenómeno. Pero posiblemente los peores efectos sobre la fauna y flora mediterráneas son debidos al turismo y a determinadas artes de pesca, como el arrastre, mucho más dañino para la flora marina que para los animales. El arrastre ha provocado la degradación de enormes superficies de posidonias, unas fanerógamas que tardan siglos en crecer algunos centímetros. El efecto sobre la pesca ha sido el de reducir las tallas y la fecundidad de los ejemplares, lo que ha afectado sobre todo a corvinas y meros. La pesca de arrastre "ha provocado asimismo la desaparición de extensas zonas de coral rojo y de cascajo, de alto valor ecológico", según Alfonso Ramos, profesor de Biología Animal de la Universidad de Alicante. Estas especies forman un subhábitat para otros organismos. En Tabarca (Alicante) se ha crado una reserva marina que se ocupa de la protección de los machos reproductores y de la regeneración de las praderas de posidonias.

Hoy, con la excepción de la foca monje, de la que se calcula que quedan unos 300 individuos en el mundo y que en el Mediterráneo se concentra en puntosfrente a Marruecos o Grecia, no puede hablarse de especies en peligro de extinción en el Mediterráneo, "pero sí han desaparecido localmente diversas especies, como el coral rojo o las tortugas marinas, de las que se pescan cada año unas 40.000, según Helena Fuster de Greenpeace.

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