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Una imagen diferente de La Alpujarra

Antonio Muñoz Molina y Ricardo Martín publican el libro 'Sostener la mirada'

El fotógrafo Ricardo Martín y el novelista Antonio Muñoz Molina supieron ayer que Estados Unidos estuvo en la base del trabajo que independientemente han elaborado para la exposición de imágenes de La Alpujarra, inaugurada ayer en el palacio de Carlos V de Granada y organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía. Martín decidió cerrar una vieja deuda "con el tiempo y los recuerdos" en el Nueva York de 1985. Más tarde, Muñoz incorporó su extrañamiento en Virginia a la reflexión sobre la nostalgia que acompaña a las imágenes del libro Sostener la mirada.

"Es como si hubiera pagado una cuenta contraída hace mucho tiempo. Es una mirada interior, como una confesión personal en la que comparecen mis propios parientes. Todas las personas que he fotografiado las he conocido bien. En esto se diferencia mi trabajo del mero reportaje", señala Martín, ligado familiarmente a La Alpujarra desde niño. La mirada de Martín y la consiguiente reflexión de Muñoz Molina descubren una Alpujarra diferente a la que han divulgado, desde principios de siglo, contradictorios observadores.No es, comenta Muñoz Molina, La Alpujarra que Brenan, y con él algunos de sus amigos del grupo de Bloomsbury, divulgó, pero tampoco el paraíso que descubrieron los hippies en los años setenta o la reserva natural y etnográfica que sostienen otros. "Ricardo Martín ha visto la Alpujarra real. Las leyendas sobre un territorio siempre son injustas, todos los misticismos son profundamente irrespetuosos. Las imágenes de Ricardo demuestran que La Alpujarra no es un paraíso ni un infierno inmóviles, sino otra cosa que es más atroz y que se mueve con el tiempo", señala Antonio Muñoz. Ricardo Martín opina que los tópicos, el desconocimiento y un prejuicio romántico han falseado la imagen de La Alpujarra. "En realidad es como cualquier comarca de España... Ha habido mucho camelo". ¿Cuál es la fascinación de esta tierra del sur de Granada? "Quizá la mezcla de proximidad y lejanía. Cuando visité la casa de la tía Eloísa [uno de los personajes retratados] pensé que era como cuando yo era chico, y entonces te preguntas si es justa esa permanencia", dice el escritor.

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