La espiral y la máscara
La danza moderna en Chile tiene una especial solera ligada a la danza expresionista alemana. Hasta Santiago viajaron primero Kurt Jooss y Hans Züllig, y después ese volcán que fue Dore Hoyer, entre otros maestros de menor nombre pero igual seriedad. Ellos marcaron cierta tendencia a expresar (lo que también se dejó sentir, con matices, en la danza argentina contemporánea), a dar un sentido social al trabajo corporal. Todo esto vive en el trabajo de los jóvenes de hoy, y uno de ellos es Marcelo Tapia (Santiago de Chile, 1965).El espectáculo Contra el tiempo es, en su modestia, de base poética, y a veces se cree estar asistiendo a una danza inspirada en los actos de cámara dé las vanguardias clásicas, con figuras acrobáticas llenas de lirismo, pero no siempre bien terminadas o resueltas. El angosto espacio no ayudaba demasiado a estas evoluciones de gran expansión y breves secuencias quebradas, marcadas por el apoyo musical.
Compañía de Danza Contemporánea de Santiago de Chile
Contra el tiempo. Dirección artística: Marcelo Tapia. Música e interpretación: Rodolfo Nunhez (piano) y Gorka, Onraita (violonchelo). Escenografía y luces: Francisco J. Ochoa. Sala del Mirador, Madrid. 8 de noviembre.
Comenzó la pieza con alusiones a los militares (a pesar de su juventud, el coreógrafo no olvida), a un mundo actual lleno de prisas y presiones. En el suelo, unos dibujos a medio camino entre la espiral rupestre y el círculo solar ejercen de símbolo dentro de una lectura que evoca, conscientemente, frases hechas dentro de un vocabulario ecléctico. El argumento, que habla del orden, del aro por el que pasamos todos, nos guste o no, se vuelve más sombrío en la segunda parte. El personaje principal se persigna, abre los brazos en cruz, y duda en medio de la basura, los desechos urbanos: para ello Tapia usa del teatro en profundidad, acude a la máscara y al gesto tremendista.
Música en vivo
La contrapartida escénica la da Henrique Beling (Lages, Brazil, 1969) con su formación académica y su capacidad gestual, rápida y dentro de lo grotesco que pide su personaje, a veces juez, a veces verdugo. La pareja dispareja tiene algo de satírico, de farsa, lo que también ayuda a ese tono cercano al esperpento.
Muy positiva para la velada la música en directo de Rodolfo Nunhez (Sáo Paulo, 1965) y Gorka Onraita (San Sebastián, 1968). Los jóvenes ejecutantes han trabajado junto a los bailarines hasta conseguir un producto ambiental capaz de apoyar a la danza en sus acentos más íntimos.
Babelia
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