_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La agonía de un modelo

Hay dos presupuestos básicos desde los que se contempla la Economía Sumergida (ES): 1) la preocupación por el deterioro de las condiciones de vida y trabajo y por la vuelta del capitalismo salvaje; 2) la preocupación por la presión fiscal y el gigantismo de nuestro Estado de Bienestar, cuando aquélla es de las más bajas de la OCDE y éste está más cerca de las hermanitas de los ancianos desamparados que del boyante jubilado escandinavo.En cuanto a los enfoques metodológicos, permítaseme reducirlos a dos. El primero parte de una conceptualización más precisa, busca definir tipos de ES y explicarlos sin perder de vista su profunda imbricación con la estructura social. En mi libro El trabajo a domicilio en el País Valenciano llegué a algunas conclusiones a primera vista sorprendentes: 1) no hay oposición sino complementariedad entre economía formal y ES; 2) La mayoría de los trabajadores sumergidos estadísticamente no son parados sino inactivos (por ejemplo amas de casa). Su contabilización reduciría muy poco el número de parados. El segundo enfoque busca cuantificar el fenómeno y ha pagado el precio de utilizar un concepto de ES que la ha convertido en un cajón de sastre (prostitución, narcotráfico, trabajo negro, fraude fiscal, gratificaciones fuera de nómina...). Ha dado lugar a estimaciones surrealistas por su disparidad, y nunca ha habido manera de saber qué había bajo aquellos porcentajes del PIB o de la renta nacional.

A caballo entre los dos enfoques, en 1985 se hizo la famosa Encuesta sobre Condiciones de Vida y Trabajo. No pretendía medir toda la ES, sólo cuántos trabajadores había en ella. Y de paso contrastar la calidad de la EPA para medir el paro. Les salió que la EPA era muy buena, pero muchos líderes de opinión todavía no se han enterado. También les salieron tres millones de trabajadores irregulares, lo que permitiría a algún agudo analista concluir que aquí había pleno empleo. El problema de este enfoque continúa siendo el fuerte reduccionismo a que se ve sometida una compleja variedad de situaciones laborales atípicas. Trabajar a domicilio en Ontinyent para la empresa en la que se perdió el empleo, completar cuatro meses de peonadas en Écija con otros tantos a cargo del Estado y cuatro más vendiendo espárragos silvestres, revender billetes de metro en Madrid, trabajar como oficial en Sabadell y ser cotizado como peón, cambiar mariscos por reparación de vehículo en Vigo, son hechos sociales heterogéneos, cuya comprensión requiere categorías analíticas específicas.

Finalmente, en cuanto a los interrogantes que plantea la ES ante el futuro, a algunos ya nos da vergüenza repetimos: el trabajo negro es un paliativo que prolonga la agonía de un modelo de crecimiento con el que España se industrializó hace 30 años. Un modelo basado en mercados cautivos, tecnología simple y mano de obra barata y poco cualificada. Hoy, a un juguetero valenciano, un obrero chino (en China) le cuesta i100 pesetas diarias! ¿Hasta qué nivel de equilibrio hay que reducir los costes salariales para competir con los nuevos países industrializados sin cambiar de modelo? Ese cambio implica una clase empresarial más schumpeteriana y menos especulativa (pero aquí tropezamos con una rigidez estructural), tecnologías menos transferibles a sociedades sin tradición industrial y, sobre todo, recursos humanos más cualificados. Ahora bien, las cualificaciones laborales sólo pueden construirse con ciudadanos más y mejor educados, lo cual implica también creerse la LOGSE. Pero esto es ya otra (triste) historia.

Enric Sanchis es profesor de Sociología de la Universidad de Valencia y jefe del área de publicaciones de la IVEI.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_