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El presidente ruso decreta a liberalización de la compraventa de tierra

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, firmó ayer el decreto que liberaliza la compraventa de tierra, decreto que puede suponer un duro golpe para el sistema de gestión colectiva que fue la base de la agricultura soviética. La firma de este documento, objeto de múltiples y tensas elaboraciones y reelaboraciones durante las últimas semanas, fue anunciada oficialmente ayer, aunque el texto del decreto sólo será dado a conocer hoy.

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El Estado ruso garantizará la inviolabilidad y defensa de la propiedad privada de la tierra y también los derechos de los propietarios en la realización de transacciones comerciales con ella, según el resumen del texto del decreto facilitado ayer por la agencia Itar-Tass.Las personas privadas y jurídicas propietarias de terrenos tendrán derecho a vender, legar en herencia, regalar, arrendar o intercambiarlos. También podrán aportar sus terrenos como contribución a los fondos de sociedades de accionistas, hermandades y cooperativas, incluidas aquellas entidades con inversiones extranjeras, según las informaciones difundidas oficialmente. El decreto, sin embargo, no permite la propiedad privada de la tierra por parte de los extranjeros.

A partir de 1994, los campesinos quedarán relevados de la obligación de entregar obligatoriamente al Estado su producción agrícola, según Itar-Tass, que no dio ninguna indicación sobre el tratamiento dado a los koljoses y soyjoses, las unidades agrícolas colectivas que controlan actualmente la mayoría de los territorios de cultivos de la Federación Rusa.

El ministro de Agricultura de Rusia, Víktor Jlistún, manifestó ayer que el decreto no contempla la venta de tierras agrícolas "a los poseedores de grandes recursos financieros para que organicen la producción sobre la base de trabajadores contratados o utilicen la tierra con otros fines".

Freno al latifundismo

Esta fórmula poca clara parece indicar que las autoridades rusas han intentado poner un freno al latifundismo y a la especulación con el suelo agrícola.En este sentido parece ir también una cláusula según la cual la calificación de un terreno sólo puede alterarse en casos especiales y con el permiso de la Administración de la región. Esta cláusula dará Posiblemente un inmenso poder a la Administración local, que actúa en la vertical del poder presidencial y que se prepara ya para aplicar en la práctica el decreto sin tener que dar cuenta a los sóviets locales, que en su mayoría han quedado disueltos o neutralizados después de la reciente y violenta disolución del Sóviet Supremo de Rusia.

Toda la estructura de los sóviets por debajo del nivel regional ha quedado disuelta esta semana por medio de un decreto que incorpora los sóviets de ciudad y de distrito a la lista de instituciones condenadas a desaparecer de forma inmediata, y que hasta ahora sólo incluía a los sóviets de rango menor.

Los habitantes de las ciudades que decidan trasladarse al campo podrán recibir tierra, según anunció ayer el ministro de Agricultura. Esta tierra procederá de los fondos de distribución de terrenos que existen en cada distrito. Los ciudadanos urbanos, sin embargo, deberán cumplir ciertas condiciones, entre ellas las de tener formación agrícola y cierta experiencia de trabajo en el campo, según dijo Jlistún.

El Estado se reserva el derecho de confiscar o expropiar con compensación los territorios que no sean utilizados correctamente por sus propietarios. Según el ministro de Agricultura, estos territorios servirán para ampliar las reservas de tierra a repartir entre los particulares.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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