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Crítica:TEATRO: FESTIVAL DE OTOÑO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sastrecillo valiente

Comedieta, diálogo, cuentecillo: teatro sin envergadura, con una relativa ilusión dentro. El jefe nocturno de una estación mínima, hombrecillo, ve aparecer en la noche una rica damita de Bilbao, pero con bodega en Haro, huyendo del brutal novio chulesco; es el "sastrecillo valiente" -se recuerda- y se enfrenta con el terrible y apasionado y forzudo borracho, y le vence con mañas. Desde David me cuentan lo mismo; creo que en la vida se dan casos así, pero no he tenido ocasión de comprobarlo. La damita ama al hombrecillo, y le abraza, pero se va en el tren hacia Alcázar de San Juan: la ficción se hace realista. Pero se dejan tarjetas y direcciones: quién sabe qué pasará.Una nadería demasiado larga para el tiempo que ocupa. Quedan muchas dudas acerca de por qué ha sido elegida para la adaptación y el estreno en Madrid: a veces se ven triunfar comedias en el extranjero y se importan creyendo que se importa, también, la magia local.

La estación

De Umberto Marino. Versión y adaptación de Fermín Cabal.Dirección: Jaime Chávarri. Intérpretes: Carlos Hipólito, Alexandra Fierro, F. Loren, Escenografía y vestuario: Julio Galán. Iluminación: Javier Aguirresarobe. Festival de Otoño. Infanta Isabel, 13 de octubre. Madrid.

Vale para que brille como actor humorístico y tierno Carlos Hipólito, que siempre es bueno; y para que con Alexandra -con equis- Fierro y Francis Lorenzo formen un trío a veces envuelto en una acción trepidante y viva -llega demasiado tarde, al terminar la obra- bien dirigida, claro, por Jaime Chávarri; con la escenografía de Julio Galán crea un buen ambiente de estación perdida en día lluvioso, y una facilidad para dialogar.

Entusiasmo en el estreno

Fermín Cabal es buen dialoguista de teatro: no sé si lo quese llama "versión y adaptación" incluye más modificaciones, en la obra original del italiano Umberto Marino que la del cambio de su toponimia por la española.

Nada va muy lejos, todo cansa un poco -por lo reiterado- y sin Carlos Hipólito y la constante belleza tentadora de Alexandra Fierro no mantendría despierta a tanta gente: la del estreno era, además de la acostumbrada, la de la buena sociedad, que aplaudió a todos con entusiasmo.

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