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La Francia angustiada por la crisis redescubre el idealismo de Boris Vian y Saint-Exupéry

La espuma de los días' y El principito' protagonizan el otoño literario galo

La primera reflexión que provoca el hecho de que dos escritores fallecidos, Boris Vian y Antoine de Saint-Exupéry, sean los protagonistas del otoño literario francés, podría resumirse así: el presente es tan mediocre que se impone la nostalgia de un pasado no tan lejano pero infinitamente más brillante. La segunda se formularía de este modo: dime qué lees y te diré de qué careces. Una Francia acobardada y pesimista, que entroniza al gris y tecnocráticoEdouard Balladur, necesita el negro e irreverente humor de Boris Vian y la aventurera poesía de Saint-Exupéry. Esa debe ser la razón por la cual los libros de ambos autores se venden más que nunca y se multiplican artículos y biografías sobre ellos.

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Nunca llegó a envejecer.

"Boris Vian, el profeta de Saint-Germain-des-Prés, ha vuelto", titulaba, a finales del pasado septiembre, un despacho de la agencia de noticias France Presse. Por esas fechas, La Marche du Siécle, un programa televisivo dedicado a temas políticos o sociales, consagraba su hora y media de emisión al autor de La espuma de los días y Escupiré sobre vuestras tumbas. Por la pantalla desfilaron la cantante Juliette Greco y otros compinches de Boris Vian, que recordaron lo bien que se lo pasaban en las cavernas del Saint-Germaindes-Prés de los años posteriores al final de la II Guerra Mundial.Eran aquellos buenos tiempos en que Saint-Germain no era un lugar para turistas, sino para personajes como Duke Ellington, Miles Davis, Charlie Parker, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Raymond Queneau, Jacques Prevert y los propios Juliette Greco y Boris Vian.

Los tiempos de las noches locas en Tabou, la elección de Miss Vicio y las inocentes gamberradas de los zazous. Una época que quería provocar, divertirse, expresar la alegría de vivir más allá de las cicatrices internas de cada cual. Por aquellos entonces, los filósofos se desmelenaban bailando en los guateques.

El pretexto para el despacho de France Presse, el programa televisivo de France 3 y los numerosos artículos consagrados a Vian en las últimas semanas por Globe Hebdo, Le Nouvel Observateur y otros diarios y semanarios, ha sido la aparición de una excelente biografía del "profeta de Saint-Germain" escrita por el periodista Philippe Boggio. Una biografía a la que, signo de los tiempos, deben añadirse otros tres libros recién publicados en Francia con Vian y su barrio favorito como protagonistas.

Los adolescentes

Trompetista y crítico de jazz, autor de El desertor y otras 400 canciones, escritor de cinco novelas firmadas con su nombre y cuatro con el seudónimo de Vernon Sullivan, Vian es un autor redescubierto que nunca ha llegado a desaparecer. Al contrario, su popularidad y sus ventas superan de lejos a la de sus contemporáneos André Malraux y Jean-Paul Sartre, y sólo son casi igualadas por Albert Camus. Vian es, en concreto, el autor favorito de los adolescentes franceses. Cada año se venden 100.000 ejemplares de La espuma de los días.

¿Por qué? "Porque mentalmente Boris Vian, autor de la hermosa fórmula 'Nunca querría palmarla', no superó nunca la edad de la adolescencia, esa edad patética, turbulenta y auténtica del capricho, el tormento y la rebelión", responde el crítico literario François Reynaert.

"Hasta su muerte a los 39 años, en 1959, Boris Vian siguió siendo un Peter Pan perdido en un mundo de adultos".

Lo curioso es que, según Paul Webster, autor de Saint-Germain-des-Prés, la cultura francesa de la posguerra desde Sartre a Bardot, libro publicado en inglés en 1984, los años de Vian fueron también de "profunda crisis moral, social, económica y política" para Francia.

"La exuberancia, el antimilitarismo y el ácido humor de Vian", dice Webster, "expresaron el rechazo de la juventud de finales de los años cuarenta contra los intentos del gaullismo y el comunismo por encorsertar Francia".

El centro de la nostalgia

Webster, corresponsal en París de un diario londinense, es también el autor de Saint-Exupéry, vida y muerte del principito, recién publicado en inglés y francés. Apenas publicado, este libro ha colocado a Saint-Exupéry en el centro de la nostalgia. Como a Boris Vian, a Saint-Exupéry no le han faltado nunca lectores. De hecho, El principito es la obra francesa más traducida del siglo XX y la más vendida en su país de origen y fuera de él.

Lo que ocurre, subraya Webster, es que los franceses necesitan más que nunca a Antoine de Saint-Exupéry. "Su ruensaje", dice el periodista y escritor inglés, "es eminentemente moral y humanista. Sus valores eran el deber, el sacrificio, la camaradería y el amor romántico. Saint-Exupéry prefería el idealismo a la verdad, justo lo que la gente necesita ahora".

"Soy de mi infancia como se es de un país", escribió Saint-Exupéry. Y también: "Sólo los niños saben lo que buscan". Saint-Exupéry desapareció el 31 de julio de 1944, cuando pilotaba en solitario un avión militar de reconocimiento, un Lightnin P-38, sobre la bahía de Los Xngeles, entre Niza y Mónaco. Hasta su muerte, aquel aristócrata aventurero nunca pudo curarse del pecado de haber dejado la infancia para entrar en el mundo de los adultos.

Un mundo de adultos que hoy es más asustado y sórdido que nunca. Quizá por eso hasta el mismísimo Edouard Balladur ha decidido que en el próximo billete de quinientos francos aparezca el retrato del autor de El principito. Será la primera vez que un escritor francés del siglo XX merezca este presunto honor. Es dificil saber si a Saint-Exupéry le hubiera gustado.

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