Kika del optimismo
Pedro Almodóvar asegura que, pese a las presiones, sigue rodando lo que quiere: "Lo único que pregunto a los espectadores cuando la han visto es: "¿Se te ha hecho larga? ¿Te ha gustado?". Porque, inevitablemente, las películas están hechas para ser vistas, y me preocupa que gusten. Pero he tenido mucha suerte, y la clave de lo que he hecho es que he hecho lo que he querido hacer, y no creo que vaya a funcionar de otra manera".Entre las muchas cosas que hoy atraen la atención de Almodóvar como narrador está la degradación de nuestras ciudades: "Yo, que soy absolutamente urbano, no sé cómo hemos llegado a construir ciudades en las que no se puede vivir y a, poco a poco, edificar un tipo de vida que tenga tan poco que ver con las necesidades de un ser humano. Entonces, cuando empecé a escribir Kika, era una comedia, porque quería alegrarme un poco el cuerpo, después del dolor de Marisa y Victoria. Y creé un personaje optimista, pero muy absurdo. Casi era ridícula de lo optimista que es, lo que pasa es que es muy simpática, pero, vamos, un personaje que es Nuestra Señora del Optimismo... ".
Aquí, Almodóvar advierte: "Sin embargo, no he podido evitar que se me filtre la incomodidad absoluta que yo siento al vivir no sólo en Madrid, sino en cualquier ciudad. Entonces, todo lo que rodea a esta mujer, que es la vida en la ciudad, sin yo quererlo, es un auténtico infierno. Vamos, que mi pretensión era hacer la historia de la Reina del Optimismo, y yo sólo he podido salvarle el pellejo, que no es poco. Porque después de que le pasan mil cosas, a cual más atroz, la puse en una carretera, cogí un sitio bonito situado cerca de donde estábamos rodando, un campo de girasoles, que es una planta que a mí me gusta mucho, y le di un final abierto a la esperanza".
"Lo que quiero decir es que se me ha filtrado esto que me pasa, que no me gusta vivir en Madrid, no me gusta vivir en la ciudad, y tampoco soy hippy, de irme a las Alpujarras y dejarme barba. Y estamos encerraditos todos, y ésta no es la vida que queremos. Yo, además, he llegado a la cuarentena, y no como esa gente, David Bowie, R¡chard Gere o Lou Reed, que se han encontrado la paz, sino todo lo contrario. Yo no voy a hacerme budista y encontrar algún pretexto. Estoy mucho más inquieto en la cuarentena que en la treintena. Mucho más desasosegado".
Babelia
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