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La venganza, en el cine, de Moctezuma

Directores, productores y actrices reivindican la identidad cultural chicana

El ciclo de cine chicano del festival de San Sebastián refleja una amplia panorámica del desarrollo cinematográfico chicano, que comenzó en 1969 Luis Valdez con el cortometraje I am Joaquín. Películas y documentales muestran los esfuerzos de los cineastas chicanos por defender su identidad cultural como pueblo frente a Hollywood, "reducto de los angloamericanos".Unidos por el mismo objetivo, las productoras Marisa Leal, Nancy de los Santos y Paul Espinoza, los directores Jeff Penichet, Susan Racho, Juan Uribe y Lourdes Portillo y la actriz Lupe Ontiveros conforman la representación chicana en el certamen donostiarra.

"Ser chicano es un concepto político; es la búsqueda de nuestra identidad cultural. Nuestro cine trata de recuperar la historia del pueblo chícano", asegura el productor Jeff Penichet, quien abordó críticamente la política lingüística norteamericana en el documental Consuelo: ¿quiénes somos? Juan Uribe, colombiano y el más joven del grupo, puntualiza: "Para mí, ser chicano es la política de reconquista del Aztlan, los territorios del sureste de Estados Unidos que pertenecían a los aztecas". Uribe presenta en el festival la biografía dramática Ballad of Tina Juárez.

Las 55 películas del ciclo, agrupadas bajo títulos como Precursores de la lucha, Activismo comunitario, Cine dramático e Independientes, contemplan la emigración a Estados Unidos, la presencia de los chicanos en la II Guerra Mundial y en Vietnam y la lucha por el reconocimiento de los derechos civiles que se organiza en tomo al movimiento estudiantil. "Nuestro cine reconstruye los últimos 70 años de nuestra historia desde el punto de vista chicano porque no existimos en las manifestaciones culturales angloamericanas", señala la actriz Lupe Ontiveros. "Un ejemplo es Requiem 29, en el que David García retrata la investigación parcial que se realizó tras el asesinato del chicano Rubén Salazar en un bar por un policía". Ontiveros y Gregory Nava, miembro del jurado de la sección oficial, presentaron ayer El Norte, que narra las vicisitudes de dos hermanos guatemaltecos en su viaje a EE UU.

El productor Paul Espinoza presenta tres filmes en el festival: Los mineros, Lemmon Grove incident y Ballad of a unsung hero. "Ahora estoy trabajando en dos series para la televisión pública, Chicano y La búsqueda de Pancho Villa", comenta Espinoza. "El cine chicano debe su existencia mayoritariamente a la televisión pública, que, por ley, tiene la obligación de financiar películas de las minorías étnicas", señala la productora Nancy de los Santos, quien presentó ayer la cinta Breaking with Pan with Sol.

Marisa Leal, al frente del National Latino Communications Center, de la televisión pública, canaliza los proyectos de los cineastas chicanos. Susan Racho, productora, acude al festival con el documental reivindicativo Garment workers, y junto a Nancy de los Santos coproducirá una cinta sobre la presencia de los latinos en Hollywood. "Es tremendamente dificil acceder a Hollywood; es un reducto para los anglosajones", comenta Susan Racho. "A las productoras les interesa resaltar los papeles conflictivos, nunca aparecen chicanos profesionales, siempre somos los rateros, las prostitutas o los narcotraficantes", añade. "Nos sobran guiones y equipos técnicos, actores y actrices para hacer películas, pero estamos limitadísimos a la televisión pública y a pequeñas producciones", corrobora Paul Espinoza.

Los recientes filmes La bamba, de Luis Valdez, y American me, de Edward James Olmos, cerrarán el ciclo el próximo sábado. Dentro de la sección Zabaltegi, El mariachi, de Robert Rodríguez, barrió al resto de las opciones cinematográficas. "Ha conseguido por su calidad algo muy inusual, que Hollywood apoye a un cineasta chicano", comenta el productor Jeff Penichet.

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