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Dos interesantes filmes sobre la condición de la mujer

El español 'Años oscuros', primer filme de Arantxa Lazkano, abre la sección Zabaltegui

Dos propuestas muy diferentes entre sí, Sara, del iraní Dariush Mehrjui, y Los años oscuros, ópera prima de la cineasta vasca Arantxa Lazkano, fueron las encargadas de abrir ayer la competición en las dos secciones principales de esta 41ª la edición del Festival de San Sebastián. A pesar de sus dispares orígenes y de los diferentes modos de hacer cine que dejan ver ambas películas, una y otra otrahurgan en la realidad que rodea a la mujer en sociedades tan distantes entre sí como la vasca de los años cincuenta y sesenta y la iraní de hoy mismo, para contar sendas historias de doloroso aprendizaje.

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Una curiosidad menor: la comedia austríaca Tafelspitz (Solomillo), de Xaver Schwarzenberg, contentó el exigente paladar del público donostiarra. No el cinematográfico, ciertamente, sino el gastronómico: buena parte del metraje lo dedica el filme a ilustrar suculentas, extraordinarias recetas de cocina no aptas para públicos hambrientos. Inofensivo cruce entre El festin de Babette y Cenicienta, este cuento bienintencionado sobre el amor entre una joven cocinera austriaca y un magnate neoyorquino no va más allá de lo más, trillado y previsible.Adaptación libre de Casa de muñecas, de lbsen, Sara cuenta el amor abnegado y sin desmayos que una mujer de clase media (si tiene algún sentido este término en una sociedad islámica) profesa a su marido, a quien, sin que él lo sepa, libra de una muerte segura financiando fraudulentamente el coste de una operación a vida o muerte. Ello la pondrá en manos de un rival de su propio esposo, lo que provocará la ira de éste y una amarga catarsis final.

Mehrjui, un cineasta formado en la UCLA californiana y con una amplia filmografía a sus espaldas desde 1969, construye su filme sobre dos ideas básicas: mostrar el mundo cotidiano de su heroína e intentar huir del panfleto al que una situación corno la que describe le podría llevar sin esfuerzo. En el primer aspecto, los resultados son inmejorables: cuatro pinceladas bastan para situar a sus personajes, todos ellos dueños de una lógica propia que genera el conflicto

cuando choca con la ajena -aunque esto, claro, se lo debe integramente a lbsen-Por otra parte, su descripción de la cerrada y machista sociedad iraní es tremenda: baste con decir que nadie se besa en este filme, y que son muy pocos los momentos en que alguien toca, aunque sea ligeramente, a un semejante. El segundo pivote sobre el que se construye el filme, la concienciación de su triste condición de sierva sumisa, aparece más forzado, no tanto por la lógica interna de la trama como por su atropellada resolución en el guión, que la hace previsible. Con todo, es una película interesante, narrada con sensibilidad y con momentos de gran fuerza dramática.

Sensibilidad es también una palabra adecuada para definir Los años oscuros, irregular aunque estimulante debú en la realización de Arantxa Lazkano, muy bien recibido por el público donostiarra. El filme arranca mal, tiene una atroz utilización de la música, que se come literalmente lo que ocurre en el encuadre, y acaba a golpes. Pero por el medio, las vivencias contradictorias de una niña, atrapada entre el deprimente mundo de sus padres -ella, un ama de casa frustrada y depositarla de un buen número de prejuicios; él, un nacionalista doblemente derrotado, por el franquismo y por su propia cobardía- y la relación con sus amigas y el colegio están narrados con enorme atención a los más pequeños detalles.

Atinados apuntes sociológicos y lingüísticos -la versión original de la película es en euskera- y un excepcional trabajo de sus protagonistas, unas niñas a las que Lazkano saca gran rendimiento, son lo mejor de este filme, que apunta en una de las direcciones principales en la programación de esta edición: la recurrencia a la mujer como protagonista tras y frente a la cámara.

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