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La odisea de ocho náufragos 'balseros' estremece a la comunidad cubana de Miami

Un terremoto ha sacudido este fin de semana las calles de Miami. La ciudad donde vive la comunidad de exiliados cubanos más grande e influyente de Estados Unidos se ha estremecido con la llegada de ocho náufragos y siete ataúdes, que en su interior traían los cuerpos descompuestos de dos familias cubanas que perecieron la semana pasada en el mar, cuando intentaban llegar a Estados Unidos. Habían abandonado la isla en un barco de 22 pies (menos de ocho metros) de eslora y la embarcación zozobró el pasado 19 de agosto, cerca de las costas del Estado mexicano de Quintana Roo. El Gobierno mexicano deportó a La Habana a los balseros supervivientes y ahí comenzó la batalla.Tanto los grupos más radicales y violentos -con manifestaciones y amenazas- como los más moderados, que piden el diálogo con Fidel Castro como vía de llevar la democracia al país -mediante iniciativas diplomáticas- se movilizaron para presionar a los Gobiernos de Cuba y México para que permitiesen la salida de los supervivientes del naufragio hacia Estados Unidos. Finalmente, los jóvenes llegaron a Miami y fueron recibidos como héroes.

El entierro se celebró el sábado en el cementerio de Graceland, donde el conocido exiliado Armando Pérez Roura dijo que "ha llegado el momento de tomar nuevamente las armas y conquistar la libertad para Cuba". Para Roura, "Felipe González, César Gaviria y Carlos Salinas de Gortari son unos traidores, al igual que toda la gente que quiere dialogar con Castro". El presidente de la junta de dirección de la Fundación Nacional Cubano-Americana, Jorge Más Canosa, señaló que el exilio debía de actuar con firmeza contra Castro, pues está más cerca que nunca la hora de su caída.

Los balseros habían protagonizado una verdadera odisea. El grupo, originalmente integrado por 15 cubanos, salió de Cienfuegos el 2 de agosto a bordo de su pequeña embarcación. Planeaban llegar a las islas Caimán y luego emprender marcha hacia Estados Unidos. Pero todo se complicó desde el principio.

Al segundo día de navegación se rompió el motor de la embarcación y el bote estuvo a la deriva durante casi dos semanas. El 19 de agosto un golpe de mar hundió la barquita auxiliar y sus tripulantes estuvieron siete horas en el mar hasta que unos pescadores mexicanos los recogieron cerca de las costas de Cozumel. Siete de ellos, entre los cuales se encontraban un niño de ocho años y una niña de cuatro, habían muerto.

Siete cadáveres

El Gobierno mexicano se hizo cargo de los supervivientes y enterró los siete cadáveres en la localidad de Chetumal. Luego deportó a los náufragos a Cuba contra su voluntad, donde cinco de ellos permanecieron detenidos algunos días en las dependencias de la Seguridad del Estado. Tras 10 días de presiones de la comunidad de exiliados de Miami, donde viven 600.000 cubano-americanos, los balseros fueron finalmente liberados.Su llegada a Miami fue apoteósica y capitalizada por los grupos de la derecha más reaccionaria, quienes organizaron una misa en la ermita de la Caridad del Cobre, donde exaltados militantes uniformados profirieron gritos de "guerra, guerra" y "muerte a Castro".

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